Una de las novelas peruanas más emblemáticas cumple sesenta años este 2024: Todas las sangres de José María Arguedas. Sin embargo, por extraño que parezca, y a pesar de que sus señas nominales transiten por el imaginario nacional cada vez que se quiere explicar qué es el Perú, no ha habido suficientes ediciones de la misma. Por ello, hay que destacar el pulcro trabajo editorial llevado a cabo por el Fondo de Cultura Económica y Editorial Horizonte, que la lanzan por todo lo alto en su onomástico (de número redondo), el cual cuenta con prólogo de uno de los principales críticos literarios hispanoamericanos en actividad: Ricardo González Vigil.
No se puede entender, en toda su dimensión, tanto la vida y obra de Arguedas sin esta novela. Recordemos que uno de los más encendidos debates de nuestra historia cultural y literaria gira sobre la naturaleza de Todas las sangres.
El 23 de junio de 1965 (a un año de su publicación), en Lima, en el Instituto de Estudios Peruanos, se realizó un encuentro entre científicos sociales (Jorge Bravo Bresani, Henri Favre, José Matos Mar y Aníbal Quijano) y críticos literarios (Alberto Escobar, José Miguel Oviedo y Sebastián Salazar Bondy), faena de la que Arguedas quedó no menos que destrozado. Nuestro escritor había depositado en su escritura todos sus recursos literarios e intelectivos, pero la crítica no la ubicaba sobre su otra obra maestra: Los ríos profundos. Esta situación lo desconcertaba y lo llenó de dudas existenciales, que se sumaban a las que ya venía arrastrando de niño.
Edición del Fondo de Cultura Económica y Editorial Horizonte.
Pero volvamos a la inquietud inicial: ¿por qué siendo una obra maestra no tuvo la pegada que merecía en la lectoría? Es una pregunta dolorosa tratándose del libro que el propio Arguedas calificaba del más ambicioso en su producción. Una hipótesis sería la siguiente: la obra de Arguedas ha sido absorbida por la academia y no hubo la suficiente visión editorial para compensar esa realidad (positiva, en parte). A la fecha, a Arguedas le sobran especialistas.
En este punto, el prólogo de González Vigil “El Perú ancho y nuestro de Arguedas” se conduce por el sendero del asombro sustentado, compuesto por elementos biográficos y valorativos, con un solo objetivo: ir a la caza del nuevo lector. En varios pasajes, el crítico subraya la riqueza del mestizaje de registro alcanzado por Arguedas al usar el quechua y castellano y cómo esta fusión llega a ser el soporte de esta lucha por la dignidad humana que es Todas las sangres.
En medio de las disputas de los hermanos y terratenientes Fermín y Bruno Aragón de Peralta, el indio Demetrio Rendón Willka regresa a pueblo, ubicado en la sierra sur, para poner al servicio de su comunidad los saberes aprendidos en Lima. Pero sus intenciones son abortadas por la consecuencia de la guerra familiar de los Aragón de Peralta: intereses económicos poderosos, como el consorcio Wisther-Bozart, pretenden la mina del pueblo y someter a sus habitantes. Demetrio Rendón Willka se rebela y el pueblo lo sigue.
Todas las sangres emprende un nuevo camino, que espero sea más promisorio y que conecte con los más jóvenes. Mientras tanto, ¿qué debemos hacer al respecto? Releerla y, en especial, recomendarla. Arguedas interpretó al Perú.