La poesía descarnada ha acompañado a la periodista, académica y escritora peruana Sonia Luz Carrillo, una de las voces de la generación del 70, durante cada etapa de su vida. Sus versos reclaman justicia social para los trabajadores, la libertad de las mujeres bajo ninguna condición, el cuerpo humano como templo de complejidades y admiración. "Rompía los cristales de mi entorno", exclama con una voz de autoridad.
El miércoles 15 de mayo, en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana, Sonia Luz Carrillo, también investigadora de la Universidad Mayor de San Marcos, presentó su libro 'Piedra labrada. Poesía total, 1973-2023' (Artífice Comunicadores), una reunión voluminosa de siete poemarios: 'Sin nombre propio' (1973), 'El corazón ardiendo' (1979), 'La realidad en cámara oscura' (1981), 'Tierra de todos' (1989), 'Las frutas sobre la mesa' (1998), 'Callada fuente' (2011) y el inédito 'Mientras cae la tarde' (2023). En esta entrevista, la autora nos resume su trayectoria poética, 50 años de dedicación a la musicalidad de las palabras.
Portada de 'Piedra labrada', antología poética de Sonia Luz Carrillo. Foto: Artífice Comunicadores
PUEDES VER: Pablo Hernández critica al cine peruano: "Flaquea el guion, siempre salen los mismos rostros"
—Estamos a 50 años de su primera publicación poética, en 1973. Sin embargo, ha tenido actividad literaria desde antes.
—Sí, empieza desde 1966. En el año 1968, yo dirijo Páramo, una revista en la Universidad Villarreal. En esa época, había bastante agitación social con la Guerra de Vietnam, la masacre de EE. UU., la descolonización de África, los ecos de la revolución cubana. En cuanto a Perú, surge, por emergencia, un gobierno militar, el del general Velasco Alvarado, que levanta banderas democráticas en muchos aspectos: las leyes de la defensa de recursos naturales, la reforma agraria, la reivindicación del petróleo —había estado en manos estadounidenses—. ¿Te das cuenta? Era una etapa de efervescencia.
Si lo vemos desde el punto de vista de la cultura, jóvenes de sectores populares ya accedían a la universidad. Yo ingresé en el 65. Una ebullición de hechos totalmente nuevos.
—Muchas situaciones como para convertirlas en poesía.
—Ello reclamaba un lenguaje nuevo, una actitud renovada, voluntad de cambio. En ese clima social emerge mi poesía. Me expresaba de una forma bastante descarnada, rompía los cristales de mi entorno. Es una poesía iracunda, a la que le disgusta la injusticia contra los trabajadores, la falta de libertades de las mujeres. Todo ello lo vierto en el libro 'Sin nombre propio'.
—¿Y cómo siguió evolucionando esa voz literaria?
—La poesía es una suerte de esponja que recoge la sensibilidad de una etapa. Me enfoqué en la realidad observada, la destreza con el lenguaje. La incorporación a las mujeres en diversas actividades me marcó. Eso no se había producido tanto antes de los años 80. Yo planteaba esa reivindicación. Justo en esos años se plantea también la poesía del cuerpo.
Antes, en los 80, todo lo que se relacionaba con la lucha por la justicia social era sancionado, algo terrible. Después de dedicarme al periodismo, vuelvo a la vida académica, es allí cuando hay una introspección mayor. Mi poesía busca verdad, la fraternidad entre los seres humanos.
'Sin nombre propio', uno de los libros más destacados de Sonia Luz Carrillo. Foto: El Peruano
—Ha publicado innumerables artículos académicos. ¿Qué tan importante es que un escritor también colabore en labores intelectuales?
—Así es, veo la vida con sensibilidad de artista; pero, para ganarme la vida, yo ejerzo la docencia. Si me googlean en Concytec, tengo allí mi currículum. Me he motivado en la comunicación y la cultura. También he estudiado a Vallejo. Mi tesis de maestría es sobre Julio Ramón Ribeyro. Tengo doctorado en Literatura. Por supuesto que suma mucho la vida académica.
—A propósito de Vallejo, usted presentó la obra del poeta peruano en París, al igual que la de Arguedas. ¿Cómo vivió esa experiencia en Francia?
—La poesía me ha llevado a otras partes del mundo, debo agradecerle (hace una pausa). Los procesos culturales en Francia y Perú son distintos. La sociedad peruana presenta desniveles profundos; hay sectores que acceden a grandes cantidades de información y logran obras de calidad; tenemos analfabetismo. Europa, en cambio, es más homogéneo. Comprendamos que suma más siglos de civilización como tal. Nosotros tenemos un revoltijo increíble entre nociones ciudadanas de Occidente, derechos humanos y persistencia de costumbres tribales. En Perú, hay naciones no contactadas.
La última vez que estuve en Francia fue en el 2018. Pero en el 2003 me dediqué a la enseñanza en la Universidad de Toulouse. Encontré la problemática de los musulmanes al sur de Francia, un fenómeno. Doy un ejemplo: llegaba gente musulmana a Toulouse y, a mitad de la clase, quería interrumpir al profesor para tender sus sábanas y rezar. A las finales, si se les impide, hay acusaciones de xenofobia. Todo un choque cultural.
En cuanto al sector académico de Francia, ellos aprecian la literatura latinoamericana, en especial la peruana. Admiran a Vallejo, José María Eguren, Arguedas... Por otro lado, su difusión cultural es maravillosa. Todas las municipalidades ofrecen actividades gratuitas, como conciertos, obras de teatro, visitas guiadas a museos.
—¿Percibe que los jóvenes ya no se interesan en leer ni escribir?
—No puedo darte una respuesta porque yo soy académica y debo basarme en un estudio al respecto. A ver, no es que se lea menos, ahora la gente lee más. La preocupación real es qué se lee y qué se entiende. Pero por algo subsiste la industria editorial. Si no se leyera, nadie piratearía libros. ¿Para qué piratear si nadie va a leer? Siempre hay universitarios que se incorporan a la vida lectora. También hay lectoría a través de las redes sociales, un fenómeno poco estudiado. En los buses se sigue leyendo. Los sujetos se enfrentan a la palabra.
'Piedra labrada' reúne 50 años de poesía en un solo libro. Foto: Artífice Comunicadores
—¿Por qué siempre el poeta redefine a la naturaleza y sus elementos? Es casi un acuerdo tácito entre uno y lo que lo rodea.
—Nosotros, los poetas, observamos a la existencia en su complejidad... seres, situaciones o elementos naturales. Se trabaja con imágenes.
—Se puede describir un mismo elemento, pero cada poeta le pondrá su propia visión, casi irrepetible, desde su perspectiva.
—En la década de los 80, aparece la famosa poesía del cuerpo, mujeres hablando de su propio cuerpo, sus fluidos, su sexualidad. Justamente, el arte se vuelve personal. Yo marco mi territorio con este poema:
Mi cuerpo
de mujer
mi pensativo
cuerpo
suave
y firme
sostiene
el peso de mi cabeza.
Poema 'Mi cuerpo', de 'Tierra de todos' (1989), pág. 163.
—Sé que es un pedido difícil, pero ¿cuál fue el poema que más le costó escribir y del cual se sintió orgullosa por haberlo concluido?
—Si me pones escoger es complicado. Te puedo leer este:
Esculpidos en el aire
extraviados
para siempre
dados por desaparecidos
entre el sueño
y la vigilia
rendidos
ante la desidia
y el cansancio
los magníficos
poemas
que no llego a escribir.
Poema 'Grabados en el agua', de 'Tierra de todos' (1989), pág. 133.