En “La entrevista”, Paola Ugaz conversó con Giovanna Pollarolo, escritora y guionista, que acaba de publicar “Matusalén”, un libro que nos invita, con toques irónicos, a analizar, mediante un conjunto de relatos, la historia de diversas mujeres que tienen un destino común, el fin de la vida, pero que cada una posee una mirada distinta. Aspectos como la vejez, desamor, divorcio y familia son los que hacen a este escrito tan especial y que nos pretende enseñar que, pese a conocer nuestro final, lo más importante es vivir hasta el último día.
¿Cómo nace “Matusalén”?
Hay quienes dicen que hay escritores de un solo libro, ¿no? Creo que de alguna manera siempre estoy hablando de lo mismo y le doy vueltas. Por eso me muevo de un género a otro para no repetir. Voy del cuento a la novela, a la poesía, a la prosa o relatos cortos. No es un problema para mí.
Vivimos en una época que puede tener muchas cosas terribles, pero dentro de las cosas buenas hay libertad para los escritores, hay espacio, no hay reglas como antes.
Eso me pasó con “Matusalén”. Hace años estoy escribiendo un poemario que se llama “Casas” y me acordé de “Matusalén”. La historia oral cuenta que a Matusalén se le cayó su casa y dijo que para qué iba a construir otra si ya se iba a morir. Se pasó muchos años sin una.
Siempre me preguntaba ‘¿qué está enseñando este relato?’. Has lo que tengas qué hacer aún cuando sepas que te vas a morir. Todos sabemos que vamos a hacerlo, pero hay que vivir hasta el último día.
También te puede enseñar que hay cosas que ya no tienen sentido hacer. Sin darme cuenta, se me fue desplazando el tema a esta pregunta. Me fui moviendo por esas reflexiones. En ese momento, no sabía qué hacer (con “Casas”) fue una crisis. Después de varios meses decidí hacer dos libros y el río empezó a fluir. Mi propia regla no me dejaba avanzar.
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Una de las cosas que reflexionas es sobre la maternidad y el rol de abuela. Cuando describes la separación, divorcio, desamor, lo haces con palabras directas.
He trabajado este tema desde dos voces. Hay una voz que es como de autoayuda. Creo que sirve, pero también hay un rechazo porque a veces parecen un poco banales, que impiden que la gente se enfrente a las cosas con la dureza que se presenta.
Esto me hace pensar en dos textos que están en “Matusalén”. Uno dice que “siempre se puede estar peor”, pero en otro texto te dice “que también se puede mejorar”. Vivimos inmersos en ese universo de necesitar tener esperanza, pero tampoco fantasiosa.