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Cultural

Charles Baudelaire, el poeta “maldito” se quedó sin fiesta

El 150 aniversario de La Revolución de la Comuna de París, los 200 años de la muerte de Napoleón y la pandemia han opacado el bicentenario del autor de Las flores del mal.

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Baudelaire perdió a su padre a los seis años de edad y nunca llegó a encajar con el general Jacques Aupick, con quien su madre se casó. Foto: difusión

Por: Marta Garde

Poeta “maldito” por excelencia, el francés Charles Baudelaire, que nació el 9 de abril de 1821, cumple su bicentenario sin que el país –que ya en su época censuró y se escandalizó ante sus escritos– le dedique un homenaje a la altura de su obra.

El autor de Las flores del mal, cuyos versos rompieron con la poesía tradicional y abrieron la vía a la moderna, fue tan perfeccionista como incomprendido e hizo de sus paradojas y falta de sintonía con sus coetáneos su bandera.

“Tenía una gran conciencia de sí mismo y de su poesía. Era crítico y autocrítico. Pensaba que la falta de éxito era el testimonio del valor de su poesía”, explica a EFE el especialista Andrea Schellino.

El también poeta Arthur Rimbaud diría de él que fue “el verdadero Dios”, el escritor André Breton lo consideró “el primer surrealista” y Paul Valéry lo ensalzaría como “el poeta más importante”, pero su temática libertina le valió en vida más reproches que reconocimientos.

La primera edición de Las flores del mal se publicó en 1857 y fue mutilada por la censura después de que su autor fuera acusado de “ultraje a la moral pública” y sancionado con una multa y con el veto a seis de esos poemas.

“Fue un verdadero escándalo, sobre todo en París, porque en ese momento la cultura literaria en Francia era particularmente parisina, pero no hay que olvidar que la tirada del 57 se limitó a unos 1.100 ejemplares”, recuerda Schellino.

Tenía 36 años y no era un escritor novel. Le precedía su trabajo como periodista y crítico de arte y literario, pero con Las flores del mal, según diría Paul Valéry, consiguió que “la poesía francesa saliera por fin de las fronteras de la nación”.

“Por su pensamiento, su forma, estructura, simbolismo y percepción de las cosas, marcó la historia”, añade el presidente de la Sociedad Internacional de Amigos de Charles Baudelaire, Binod Khakurel.

Baudelaire perdió a su padre a los seis años de edad y nunca llegó a encajar con el general Jacques Aupick, con quien su madre se casó un año después del fallecimiento del patriarca y a quien no le perdonó la educación recibida.

De adulto, París y su Barrio Latino fueron el escenario de una vida tumultuosa. Contrajo la sífilis a los 20 años, una enfermedad cuyas consecuencias le provocarían la muerte a los 46, y no escondió su experimentación con las drogas.

“Aunque hay que revisar un poco el mito del ‘poeta maldito’. Era en realidad un consumidor muy moderado de opiáceos. Los tomaba, como muchos jóvenes escritores, también por razones médicas, pero no era algo excesivo, como fue el caso de ciertos escritores del siglo XX”, precisa Schellino.

Bicentenario

Ahora, dos siglos después de su nacimiento, la conmemoración de esa fecha ha llegado de forma casi desapercibida, frente a los fastos por el 150 aniversario de la revolución de La Comuna de París o los previstos para el bicentenario de la muerte de Napoleón Bonaparte, el próximo 5 de mayo.

Una nueva edición de Las flores del mal que toma como base la lanzada en diciembre de 1868, en cuya revisión ya no participó el también autor de El spleen de París, algunos coloquios y una exposición en otoño en la Biblioteca Nacional son sus actos más destacados.

“Francia, que sabe homenajear tan bien a sus personalidades históricas, no ha rendido todavía el homenaje que merece su mayor poeta”, lamenta Khakurel, que prevé escribir al presidente Emmanuel Macron y a la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo, para corregirlo.

La pandemia, la falta de una organización estructurada en torno al literato o que muriera sin descendientes que hagan presión contribuyen, a su juicio, al reducido eco de la efeméride de una figura cuya visión, afirma Schellino, sigue siendo necesaria.

Charles Baudelaire