El ingeniero Juan Valladolid está en Italia y recibe una serie de fotografías sobre piezas antiguas de la cultura vicús. Cuando las observa, algo sucede en él. Siente como una suerte de llamado de su terruño, su lejana Piura. No lo piensa más, deja la metrópoli, deja todo y regresa a reencontrarse con su gente, su memoria y, sobre todo, consigo mismo.
Este piurano radicado en la ciudad de Arezzo, Italia, es el personaje de El primer vicús, la nueva novela de Gonzalo Higueras, publicada por la editorial Atalaya. Una historias que entraña no solo mirar desde el presente la herencia de una cultura, sino, sobre todo, entrever cuántos lazos aún están vivos de lo que fue la cultura vicús en la vida de los pueblos que hoy ocupan esos mismos territorios. Para el autor, también hubo muchos asuntos personales arraigados que le guiaron su escritura.
“Mi motivación para escribir este libro es que yo viví en el Alto Piura. Mi padre fue un agricultor, empleado de Domingo Seminario Urrutia, el gran coleccionista de cerámicas vicús. Para mí, ese sentimiento de haber vivido allí es lo que me empujó a escribir, porque yo he sentido toda la fuerza del ancestro vicús”, asegura Gonzalo Higueras.
“Sí -agrega Higueras-, así como siento los ceramistas de esos pueblos y, en tiempos cercanos, la música, como el tondero, que para mí tiene esencia vicús, tanto que junto con Luis Fernando Parra hemos compuesto el tondero ‘Los Migueles’. Encontrar en el presente las cosas del pasado lejano, de los vicús, ha sido la tendencia de este libro”.
¿El viaje de retorno de Juan Valladolid en realidad es un viaje de retorno a su identidad?
Así es. Él se sentía, primero, antes de viajar, un cholo perdido en medio de una desgracia que sufría por la Reforma Agraria. Allí extravió su identidad. Y eso siempre sucede. A veces, cuando un cholo va a Piura o a Lima, se siente disminuido, porque cree que el blanco es superior a ellos. Entonces, Juan sale de su pueblo, quiere ser un profesional. Llega a Lima y después, con una beca, viaja a Erazzo, Italia. Allí trata de ser un hombre especial, tanto así que cuando regresa cree ya ser un blanquiñoso. Pero estaba equivocado. El libro justo es eso, un regreso a su verdadera identidad.
Hasta que se encuentra con Sol, la niña que vende caramelos y sin más le enrostra: “Ud. es como algunos cholos de por acá, apenas visten ropa fina, ya se creen la divina pomada”...
Exacto. Esa parte me parece gravitante en mi novela. La chica le hace ver de alguna manera sus orígenes, justo cuando él se está comportando como un verdadero idiota por no reconocer sus propias raíces. Pero después, cuando va descubriendo sus orígenes, encuentra la profundidad con su tío Manuel, que es un anciano, quien le envió las fotografías de lo que significa ser un vicús.
¿Con las fotografías se sintió convocado por los ancestros?
Mira, en las culturas antiguas existe un concepto que se llama el animismo, que es el sentimiento de alma que tienen las cosas. Así los huacos, para los vicús, tenían alma. Por eso también se enterraban con ellos, para que los acompañe en la otra vida. Yo creo que algo de eso sí existe, pues yo he ido descubriendo el animismo mientras escribía esta novela. Valladolid cuando recibió las fotografías sintió algo extraño y volvió a su terruño. Eso era el animismo vicús que tiene arraigado en su alma.
Pero no solo ancestro, la novela establece puentes desde el presente hacia el pasado...
Cuando se encuentra con su primo Rufino, quien le llevó las fotografías a Italia, comienza a sentir ese fragor antiguo que hay en la vida actual de poblador de Chulucanas, eso que persiste en las costumbres, en su filosofía ancestral que sostiene que la vida es más experiencia que ciencia, saberes que vienen de atrás. Allí comienza a darse cuenta de que existe un mundo afectivo muy profundo, como el que existe en las familias rurales donde hay creencias maravillosas sobre el alma. Se suelen saludar, por ejemplo, “buenos días, de Dios”, “buenas noches, de Dios”.
Más allá de la ficción, ¿la novela intenta una puesta en valor de la cultura vicús?
Ese es otro aspecto de mi novela. Lo que yo he tratado es revalorar su cultura y los personajes actuales, herederos de esta cultura. Por ejemplo, los ceramistas Santodio Paz y Gerásimo Sosa. En ellos tú puedes hasta olfatear a través de sus cerámicas la antigüedad. Sosa, por ejemplo, ha descubierto cómo era la técnica de los vicús para las cerámicas. Hoy en día se hacen cerámicas utilitarias, pero en ellas hay muchos componentes antiguos.
¿Tu novela, por las alusiones a las culturas, intenta ser también de historia?
Yo diría que es mágico mítica, porque me acerco a la realidad con un misterio, con ese misticismo antiguo que existe entre las cosas actuales.
Al final, Juan Valladolid dice “yo soy vicús”.
Con eso está diciendo que el ser cholo es un orgullo. Eso es lo que quiero revalorar, el ser cholo vicús. Ese es el fin de su viaje de regreso que termina en ser él mismo.❖
El autor. Nació en Piura en 1952. Anteriormente, ha publicado las novelas Cuernos de luna en 1997. Después, el 2010, El último tallán. El 2017, inspirada en Dante, Calima.”Encontrar en el presente las cosas del pasado lejano de los vicús ha sido la tendencia viva de este libro”.
El primer vicús