rescate. En abril próximo, se cumplen 20 años de la muerte de este escritor y antropólogo cuya existencia cobró forma de enigma y sus libros sedujeron a millones de lectores.,Hace veinte años, el 27 de abril de 1998, murió en Los Angeles (California) el antropólogo y escritor de origen peruano Carlos Castaneda bajo la misma sombra de misterio que envolvió su vida privada. Los medios y su público lector se enteraron de su deceso dos meses después de acaecido, en junio, cuando sus cenizas habían sido ya esparcidas en el desierto compartido entre EE.UU. y México. Fue su última voluntad según su albacea Deborah Drooz. Castaneda, uno de los inspiradores de La Nueva Era, murió afectado por un cáncer de hígado, y no pudo trascender “a otra realidad” como lo había previsto en uno de sus libros: consumido bellamente por un fuego de dentro hacia fuera, como lo hacía su maestro y guía don Juan Matus. EL INICIO Sobre el origen natal de Castaneda se escribió mucho. Ahora se sabe con certeza que era peruano. Su nombre original es Carlos César Salvador Arana Castañeda y nació un 25 de diciembre de 1925 en la ciudad de Cajamarca, como consta en su partida de nacimiento registrada en la Municipalidad provincial.El niño Castaneda estudió en el Colegio San Ramón de Cajamarca y concluyó su formación en Lima, en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Probó su talento en las artes plásticas (donde fue amigo del escultor Víctor Delfín) en la Escuela de Bellas Artes; y tras la muerte de su madre partió a los EE.UU. con muy pocos recursos económicos. En la gran potencia tuvo que desempeñarse como vendedor, peluquero o mozo para sobrevivir.Pasados los años, en San Francisco se inscribió en Los Angeles City College en escritura creativa y periodismo. Logró recibirse como Bachelor of Arts. En la UCLA (University of California Los Angeles) se graduó y doctoró en Antropología.Para borrar su rastro (era necesario para renacer como un Nagual, personaje mítico) el cajamarquino tomó su segundo apellido como principal, obviando el paterno Arana. El materno, Castañeda, perdió la eñe al nacionalizarse estadounidense a finales de los 50 y por interés de sus editores gringos. Sus amigos peruanos preguntaban por su compatriota César Arana, pero el mundo estaba hipnotizado con un tal Carlos Castaneda.LA OBRAEn 1968 (hace 50 años) se publicó en EE.UU. el libro que entusiasmaría a toda una generación por su simpleza narrativa y sorprendentes “revelaciones mágicas”, The Teachings of don Juan: A Yaqui Way of Knowledge (“Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento”). Carlos Castaneda aseguró haberse basado en sus experiencias de campo con el brujo de la comunidad yaqui don Juan Matus, en el desierto de Sonora, y en el consumo de peyote, plantas y hongos alucinógenos para elaborar su tesis y tentar una maestría en Antropología en la UCLA. La tesis, que se publicó controversialmente como no-ficción por la University of California Press, relataba de forma amena los “estados de realidad no ordinaria” como método iniciático de cualquier hombre común para “detener el mundo”, y el aprendizaje necesario para transformarse en “un hombre de conocimiento”. Conceptos que los seguidores de Castaneda conocen perfectamente.CAJAMARCAEn su tierra natal pocos lo conocen, pero algunos lo recuerdan. Entre ellos, el profesor cajamarquino Juan Jave Huangal, de 92 años, quien fue su compañero de aula y conoció a sus familiares. Jave lo recuerda como un muchacho ingenioso: “Era un gran fabulador y estudioso a la vez”. Jave lo describe como un niño correcto, pero con las palomilladas propias de la edad.Otro compañero de colegio, y quizá el único que Castaneda recrea como un personaje con apellido propio en uno de sus libros, es el ceramista cajamarquino Alejandro Vélez Abanto. Vélez, a sus 92 años, mantiene un gran recuerdo y afecto por su querido “Fashturo” (apodo de Castaneda en la escuela). Vélez describe a su amigo como un muchacho educado, un caballerito. Por su parte, el “brujo” cuenta en uno de sus libros una anécdota que Vélez reconoce solo en parte pero que confirma al instante, salvo por el nombre cambiado que era una estrategia demasiado particular del escritor: “Se llamaba Armando Vélez… en resumen un niño viejo. Los dos salíamos a pescar juntos. Pescábamos peces muy pequeños. Debido a su comportamiento extremadamente digno, lo llamábamos Señor Vélez, pero el ‘Señor’ se abreviaba a ‘Sho’, una costumbre típica de la región de Sudamérica de donde vengo”.EL MUNDOMuchos pasaron de la fascinación por el chamán de origen sudamericano a la decepción cuando se evidenciaron inconsistencias en sus trabajos de campo. La embriaguez cultural de los años 70 acabó pronto y Castaneda quedó como un autor de culto. Entre los admiradores de este iluminado cajamarquino se encontraban superestrellas del mundo del arte y el espectáculo como John Lennon, Deepak Chopra, William Burroughs, Federico Fellini, Jim Morrison, entre más nombres famosos. Entre sus detractores están Alejandro Jodorowsky, Timothy Leary, pero sobre todo el investigador Richard de Mille, quien le dedicó más de un libro. Las referencias en la cultura pop sobre el brujo peruano van desde canciones de Luis Alberto Spinetta hasta un capítulo de Los Simpson, donde el personaje de Homero conversa con un coyote luego de consumir chiles picantes y alucinógenos. “Ella (Yoko Ono) es mi don Juan… yo soy su aprendiz”, dijo John Lennon en una entrevista para la revista Playboy en los años 80. El director de Star Wars, George Lucas, también declaró haber leído las alucinantes historias de Castaneda. ❧el DATOOBRAS. Publicó, entre otros libros, Una realidad aparte (1971), Viaje a Ixtlán (1973), Relatos de poder (1975), El don del águila (1981), El fuego interno (1984) y El arte de ensoñar (1993).