En las zonas devastadas por las inundaciones de la semana pasada en el sudeste de España, los damnificados siguen llenos de ira contra los líderes políticos, a quienes responsabilizan de subestimar la gravedad de la amenaza y gestionar mal la ayuda posterior.
Ha pasado casi una semana del estallido de ira de los vecinos de la localidad valenciana de Paiporta contra los presidentes del Gobierno español, el de la región de Valencia y los reyes, pero lejos de calmarse los ánimos, la indignación de la población con los políticos se mantiene viva.
Este sábado a las 18H00 (17H00 GMT), Valencia y otras ciudades españolas serás escenario de las primeras grandes manifestaciones contra la gestión del diluvio del 29 de octubre y sus catastróficas consecuencias, con más de 200 muertos, decenas de desaparecidos y numerosos pueblos arrasados.
"Me parece lamentable todo lo que ha ocurrido, desde el aviso de peligro que nunca emitieron, hasta toda la gestión que ha habido después, aquí no ha aparecido absolutamente nadie en días". explicó este jueves a la AFP Manuel Gayá, un ingeniero de 40 años que vive en el pequeño municipio de Llocnou de la Corona.
"Hemos estado cuatro días absolutamente tirados, limpiando nosotros las calles, las casas, ayudándonos entre nosotros", añadió.
El lema "sólo el pueblo salva al pueblo" se ha popularizado en Valencia estos días, condensando el agradecimiento a los voluntarios y la acusación de abandono a los políticos.
Bajo el lema "Mazón, dimisión", las manifestaciones del sábado exigen la renuncia de Carlos Mazón, presidente del Gobierno regional, del conservador Partido Popular, en la oposición en Madrid.
A este abogado de 50 años se le reprocha haber subestimado la tormenta que se avecinaba, pese a que la agencia meteorológica (Aemet) estatal había decretado una alerta roja horas antes.
Se le acusa también de haber estado desaparecido durante cinco horas críticas cuando ya empezaba a llover y el comité de emergencia convocado antes de las lluvias le esperaba.
Según él, asistió a "una comida de trabajo" en un restaurante de Valencia, pero sin aclarar con quién.
El viernes la prensa española informó que Mazón estaba almorzando con una conocida periodista.
Pese a que existe la posibilidad de avisar por el celular a toda la población de que se ponga a resguardo, no se hizo, y la máxima responsable de emergencias de la región, Salomé Pradas, admitió el jueves que ignoraba que existiese esa posibilidad, aunque luego se desdijo.
Cuando los teléfonos de los valencianos empezaron a emitir el pitido estridente de la alarma, muchos de ellos tenían ya el agua al cuello.
Las competencias en la gestión de catástrofes corresponden en España a las administraciones regionales, pero el Gobierno central puede poner medios e incluso asumir la gestión en un caso extremo.
Y de ahí provienen las acusaciones de inacción formuladas por la oposición contra el Gobierno central del socialista, Pedro Sánchez, del que se sugiere que se sentó a ver como naufragaba el Ejecutivo valenciano en manos del PP por cálculos políticos.
Sánchez actuó "de mala fe", manifestó el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Miguel Tellado.
Fuentes del Gobierno explicaron que no quieren rehuir responsabilidades, y que están interesados en que se esclarezca si la tragedia se podría haber evitado, o quiénes son los responsables, pero aseguran haber hecho todo lo posible dentro del actual marco de competencias.
Tras el diluvio, los pueblos afectados denunciaron día a día que no les llegaba la ayuda que necesitaban para limpiar las calles de barro, retirar escombros, apuntalar edificios, buscar desaparecidos o cualquiera de las tareas urgentes de aquel momento.
"La coordinación entre administraciones ha sido caótica", lamentó el alcalde socialista de Alaquàs, Toni Saura, en declaraciones publicadas este viernes en el diario Levante.
Y entonces vino el domingo del estallido de Paiporta, coincidiendo con la visita de Felipe VI y la reina Letizia, y Sánchez y Mazón, en las que se les lanzaron bolas de barro y objetos, en unas imágenes que fueron portada en todo el mundo, desplazando incluso a las elecciones estadounidenses que iban a tener lugar dos días después.
"Es una vergüenza nacional. Yo creo que es una dejación de funciones de todas las instituciones, porque tenían que haber funcionado y no pensar 'que lo haga el de aquí o el de allí'", estimó, charlando con AFP, el humorista valenciano Antonio López-Guitián, conocido como Tonino, cuando volvía lleno de barro de limpiar en los pueblos afectados.
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