Agencias

Presidente de Siria denuncia un intento de "redibujar" el mapa de Oriente Medio tras ofensiva rebelde


El presidente de Siria, Bashar al Asad, denunció el lunes un intento de "redibujar" el mapa de Oriente Medio, tras la ofensiva relámpago de grupos rebeldes que consiguieron arrebatar amplias zonas del norte del país a las fuerzas gubernamentales.

El régimen de Asad, aliado de Irán y de Rusia, perdió por primera vez el control total de Alepo desde el inicio de la guerra civil en 2011.

La segunda ciudad de Siria fue arrebatada por una coalición dominada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Cham (HTS) y facciones rebeldes sirias, algunas respaldadas por Turquía.

Aviones sirios y rusos bombardearon en respuesta sectores controlados por estos grupos en la provincia de Idlib, en el noroeste.

Ante esta ofensiva sorpresa, que empezó el 27 de noviembre, Asad buscó el respaldo de sus aliados.

Los ataques, en los que la alianza de milicias rebeldes se arrebataron de una decena de localidades en la provincia de Idlib, ya dejaron más de 457 muertos, incluido al menos 72 civiles, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

En una conversación telefónica con su homólogo iraní, Masud Pezeshkian, el presidente sirio declaró que esta "escalada terrorista" busca "fragmentar la región, desmoronar sus Estados y redibujar el mapa" de Oriente Medio "de acuerdo con los intereses y objetivos de Estados Unidos y Occidente".

- Una multitud de actores -

Los violentos episodios de los últimos días en Siria, los primeros de esta magnitud desde 2020, revivieron los temores de un recrudecimiento del conflicto en un país dividido en varias zonas de influencia y con enemigos apoyados por diferentes potencias regionales e internacionales.

Tanto Turquía, fronteriza con Siria, como Irán, Rusia y Estados Unidos mantienen una presencia militar en el país, escenario de una guerra civil que estalló tras la violenta represión de protestas pacíficas en 2011.

El conflicto, que involucró a potencias regionales y mundiales así como a grupos yihadistas, dejó medio millón de muertos y millones de desplazados.

La ofensiva relámpago de la semana pasada coincidió con la entrada en vigor de un frágil alto el fuego en el vecino Líbano entre Israel y el movimiento islamista Hezbolá, un aliado de Asad y de Irán que se vio debilitado tras dos meses de una guerra sin cuartel.

Fue gracias al apoyo militar de Rusia, Irán y de Hezbolá que el régimen de Asad logró cambiar el rumbo de la guerra en 2015, al recuperar una gran parte del territorio y Alepo en 2016.

Rusia, acaparado por el conflicto en Ucrania, afirmó el lunes que continúa apoyando a Asad. El ejército de Moscú subrayó también la víspera que estaba ayudando a las fuerzas sirias para "hacer retroceder" a los rebeldes.

Irán reiteró asimismo su "firme" apoyo a Asad, y su jefe de la diplomacia, Abás Araghchi, se reunió con representantes turcos en Ankara tras hablar con el dirigente sirio.

- "Un error" -

"Sería un error, a estas alturas, tratar de explicar los acontecimientos en Siria por cualquier injerencia extranjera", afirmó el ministro turco de Relaciones Exteriores, Hakan Fidan, cuyo país controla varias zonas del norte de Siria y apoya varios grupos rebeldes.

En Alepo, imágenes de AFPTV mostraron a rebeldes armados patrullando las calles en vehículos militares o a pie. Algunos incendiaron una bandera siria o un retrato de Asad mientras que otros sostuvieron la bandera de la revolución.

Aunque la mayoría de las calles lucen vacías, algunos habitantes salieron para celebrar el avance de los combatientes antigubernamentales.

"Distribuyeron pan gratis en los cruces" el domingo, indicó un habitante contactado por teléfono.

Los rebeldes alcanzaron la histórica ciudadela de Alepo y tomaron edificios gubernamentales, cárceles y el aeropuerto internacional de la ciudad "sin encontrar resistencia significativa", dijo el OSDH.

Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido llamaron el domingo en un comunicado a la "desescalada" en Siria y a una "solución política" para poner fin a la violencia.

Washington, que también dispone de soldados en el norte de Siria, apoya las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos y que combatieron el grupo yihadista Estado Islámico (Ei) en el país.

El jefe de las FDS, Mazlum Abdi, anunció el lunes que trabajan para evacuar a civiles kurdos de varios sectores de la provincia de Alepo hacia "zonas seguras en el norte del país", donde instauraron una administración autónoma.

El noroeste de Siria se mantuvo en los últimos años en una calma precaria, posibilitada por un alto el fuego establecido tras una ofensiva del régimen en marzo de 2020, mediado por Rusia y por Turquía.

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