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“Más importante que una Asamblea Constituyente es que se aparte abiertamente de Vladimir Cerrón, y deslinde de una vez por todas de este turbio personaje...”.

Si Pedro Castillo se mantiene emperrado en su infausta idea de convocar con fórceps una Asamblea Constituyente, presumo que lo vacarán antes de que culmine el año.

“El 28 de julio, iniciando el mensaje a la nación, vamos a ponerle frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente para hacer con el pueblo la primera Constitución del pueblo (…) El Perú necesita un cambio estructural”, dijo el jueves pasado.

Y añadió: “El 28 de julio, asumiendo el mando, no me puedo convertir en mago para resolver los problemas de inmediato, porque nos tiene atados esta Constitución”.

A ver. Nadie le está pidiendo al nuevo presidente que sea Harry Potter, sino que gobierne con sensatez y sentido común. Y lo más importante: que lo haga respetando el Estado de Derecho. Nada más.

Las dos prioridades del país son, claramente, enfrentar la pandemia, acelerando y fortaleciendo el cronograma de vacunación, y crear empleo. Pandemia y economía, o sea. Y para eso no se requiere, en este segundo, una Asamblea Constituyente.

Creer que una nueva Constitución va a cambiar la realidad es una pésima señal, además de un espejismo. Esa tozudez, déjenme agregar, no solo no conducirá a nada, sino que nos va a hundir más en la zozobra, en la polarización y en la incertidumbre.

Los cambios a la Constitución se pueden hacer a través del Congreso. Por lo demás, hasta ahora Pedro Castillo no es capaz de decirnos qué cosa debería cambiar en la Carta vigente.

Como escribió Juan Carlos Tafur en Sudaca.pe: “Ojalá todo no pase de un intento político de mantener una promesa de campaña, que al ser descartada por el Congreso, lleve a Castillo a decirle al pueblo que lo intentó, pero que no pudo realizarla. Y sanseacabó, que allí quede la cosa, y se dedique a gobernar”.

Pero claro. Si insiste con la cantinela -que ya empieza a cansar como los berrinches de Fujimori- de que no podrá resolver los problemas sin una Asamblea Constituyente que tenga “olor, color y sabor a pueblo”, pues él mismo se estará poniendo la soga al cuello.

Para una cosa así se requiere de un mandato claro, que no ha sido el caso de Castillo, quien será un inquilino precario de Palacio.

Sin mayoría en el Parlamento, está obligado a consensuar y a morigerarse. Y a convocar un gabinete amplio y plural.

Si me apuran, más importante que una Asamblea Constituyente es que se aparte abiertamente de Vladimir Cerrón, y deslinde de una vez por todas de este turbio personaje.

Eso, y que gestione con cordura un país que ha salido bastante dañado y muy fracturado de estas últimas elecciones.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.