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Dormir en paz

“Una pena. Porque lo ocurrido en América TV con los diez periodistas que se vieron forzados a salir, nos deja con la sensación de que ciertas cosas no han cambiado...”.

Todo comenzó con el despido intempestivo de Clara Elvira Ospina, la directora periodística de América TV y Canal N, quien ofreció cobertura equitativa durante las elecciones. Lo elemental, digamos. Pero eso cayó mal en el directorio de PluralTV, como denunció Gustavo Mohme en este papel.

Ante el giro de timón, un grupo de periodistas del canal envió un par de cartas al presidente del directorio, Harold Gardener, para expresar sus preocupaciones respecto del viraje tendencioso, parcializado y sesgadísimo en el manejo informativo. A favor, con roche, de Keiko Fujimori y en contra del candidato antisistema, Pedro Castillo. Ambas esquelas dieron cuenta de la violación del principio de transparentar lo que es información y opinión, algo que fue escandalosamente evidenciado en la cobertura de la segunda vuelta.

Ya saben lo que vino después. América TV decidió pasarse la ética por el forro, y se zurró en el justo reclamo de los periodistas. El nuevo director, Gilberto Hume, le dijo a todo el plantel periodístico, según una de las misivas mencionadas: “A la empresa le preocupa la candidatura de Pedro Castillo, le parece un peligro contra la democracia y la libertad (ergo), hay que tomar partido en su contra”. O algo así, les dijo Hume. La pluralidad informativa por los suelos.

La empresa, la verdad, puede tener la línea editorial que le venga en gana, pero si quiere gozar de credibilidad, que es el principal activo de un medio periodístico, no puede coctelear su opinión con la línea informativa. Como dice el Libro de estilo de El País, “el periodista debe transmitir noticias comprobadas, y debe abstenerse de incluir en ellas sus opiniones personales”.

Una pena. Porque lo ocurrido en América TV con los diez periodistas que se vieron forzados a salir, nos deja con la sensación de que ciertas cosas no han cambiado desde los tiempos autocráticos del fujimorismo. Les vetaron la realización de un informe con nuevos datos sobre los aportes recibidos por Keiko Fujimori. Les impusieron como panelista a “uno de los impulsores de contenidos comunicacionales en la campaña de Fujimori”, como si se tratase de un periodista independiente. Alteraron una nota, sin el conocimiento de Gaby García Hildebrandt, la directora de Cuarto Poder. Solo propalaron las imágenes del mitin de cierre de Fujimori, y no del otro. Y en ese plan.

Por eso, desde aquí mi solidaridad con Gaby García, Carlos Mauriola, Anuska Buenaluque, Daniel Yovera, Carlos Hidalgo, David Gómez Fernandini, René Gastelumendi, Karina Borrero, Carola Miranda y Carlos Fonseca. Un gesto como el de ellos, en esta Lima ombliguista y envilecida por la política, habla de la madera de que están hechos. De su dignidad y su decencia. “Dormir en paz no tiene precio”, como escribió René Gastelumendi.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.