Entrevista a Yván Montoya Vivanco. Ex jefe de la Unidad de Extradiciones de la Procuraduría para los casos Fujimori-Montesinos, asesor del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Idehpucp) y profesor de Derecho en este centro de educación superior,El ex procurador Yván Montoya, profesor de la PUCP, alerta sobre las consecuencias del caso Lava Jato en el país. Asimismo, estima que en las próximas semanas los peces que caigan serán de mayor nivel. Reconoce que se pudo hacer más con los cuestionamientos anteriores a Lava Jato, pero resalta la importancia de avanzar con mucho cuidado. PUEDES VER: Caso Lava Jato: designarán a Procurador Público Ad Hoc para investigar sobornos ¿Cuál es la dimensión del caso Lava Jato? Dicen que es mayor que el del fujimorato. A nivel latinoamericano. En el Perú, por el monto perdido y la podredumbre de instituciones, no tiene comparación lo de los noventa. Lo grave ahora es que toca a gobiernos democráticos, donde los controles estarían mejor. Como fallo del sistema democrático, es muy serio. Un golpe a la democracia. A sus instituciones: no debieron permitir esa corrupción y en tres gobiernos. La de los noventa era centralizada y de altos funcionarios públicos a instituciones. La de ahora es distribuida en varios sujetos en tres gobiernos y de lo privado a lo público. Y como el fujimorato caía, los otros partidos tenía voluntad de sancionar. Ahora involucra tres gobiernos, distintos actores. Difícil que fiscales y jueces indaguen sin una interferencia política. ¿Qué mensaje deja? Es muy grave. Con un fujimorato tan poco democrático, era previsible que derive en corrupto. Luego vino la democracia, que debería evitar estos casos. Ahora se mostraría que no hay mayor diferencia: “si igual gobiernan demócratas y autoritarios, al menos que hagan obra”. Allí la responsabilidad de los partidos y líderes. ¿Que les toca hacer? Mirar más allá de intereses personales y partidarios. Significa implementar políticas preventivas, más allá de las punitivas, incluso con el costo que suponga a su propio grupo. Y fortalecer instituciones que investigan y previenen, como Contraloría, UIF, aunque tengan ellos que ser investigados, no dejar espacios sin control. ¿Hay conciencia de eso? Parece que no aprendimos. ¿Quién debería hacerles aprender? Los ciudadanos al elegir: deben tener ojo clínico respecto a por quién votar. Y saber el costo de elegir corruptos: menos educación, menos salud... que haya un impacto sobre cada uno y los nuestros. ¿Cómo ha pasado esto? En algunas licitaciones, en su momento hubo cuestionamientos. Hay dos interpretaciones. Una cándida: toleraron los que de buena fe creen en la inversión privada a toda costa. Pero uno tiene que saber la regla de oro de la corrupción: esta se da donde hay monopolio de la decisión, discreción del funcionario y ausencia de control. La otra interpretación es pensando mal: con monopolio de decisión, discreción y sin control, la maximización de la rentabilidad en el funcionario sobresale. Es decir, al saber que si se recibe una coima la posibilidad de recibir sanción es pequeña, entonces se hace. ¿Ha sido nocivo ese discurso proinversión privada que ha imperado en los últimos años? La inversión privada sin control puede ser nociva porque puede generar estos ámbitos para la corrupción. ¿Está actuando bien el Ministerio Público en este caso? Por el 2001, a pesar de que teníamos normas más difíciles, anquilosados y un Poder Judicial y Fiscalía golpeados, lo hicimos meridianamente bien. Hoy, con normas más modernas y ágiles hay herramientas para tener mejor éxito. Parece que la Fiscalía tiene actuación reactiva, no proactiva. Hubo casos planteados a la Fiscalía para investigar sospechas de irregularidades en contrataciones o concesiones con empresas brasileñas. Entre Fiscalía y Poder Judicial se pudo haber hecho mucho más con actitud proactiva. Habría que auditar. ¿Hay negligencia, lentitud, formalismo... corrupción? Difícil saber. En casos anteriores se pudo hacer más. Con Lava Jato ya se tiene que ir con mucho cuidado. No precipitarse para no vulnerar garantías y que sean aprovechadas para que un caso se caiga. En este tipo de investigación no se puede ir directo al pez gordo, sino desde abajo hasta cerrar el círculo para poder ir a la cabeza con preguntas específicas. Ahora, en algunos casos me parece que ya hay información que está completando el círculo. En las próximas semanas veríamos acciones contra peces que van subiendo de nivel. ¿Ex presidentes? Deberíamos tener noticias en las próximas semanas sobre otros ministros y viceministros aún. Los dos detenidos se acogieron a la colaboración eficaz. La única forma de obtener disminución de pena es ir a alguien por encima de ellos. ¿Se deberían centralizar en un fiscal ad hoc todas las investigaciones relacionadas a Lava Jato? Hay algunas que se ven en diferentes fiscalías. Los que están por concluir, que corran solos, pero los que están en investigación inicial o intermedia deberían centralizarse a un pool de fiscales coordinado por uno, especializados e intachables. Se está haciendo a nivel de la procuraduría aunque Amado Enco era el llamado a asumirlo. ¿Se debería mostrar más fuerza con la empresa? Se ha cuestionado que no se la ha cerrado o retenido funcionarios. Yo creo que sí. Sí había medidas cautelares más intensas que adoptar. Por ejemplo, una intervención judicial en la propia empresa para que no retiren documentos, no hagan disposiciones bancarias ni transferencias si no es con autorización judicial. Me parece que esa debió haber sido una fórmula interesante. ¿Y al Ejecutivo qué corresponde hacer? Se ha objetado el liderazgo del presidente Pedro Pablo Kuczynski al respecto. Un problema de corrupción como este, que ya tiene una envergadura grave y grosera, exige liderazgo del más alto nivel. El mensaje que un presidente puede lanzar al resto de operadores del Estado es importante. Si los fiscales desde abajo sienten que el representante del Estado del más alto nivel está con ellos, asumen riesgos. El Presidente ha debido mostrar un poco más de fortaleza, firmeza, dureza, no solo en términos de expresión sino de actuación concreta, empezando por lo más simple: facilitándole recursos a las instituciones. Con los mensajes a raíz de todo esto, parece que el Gobierno y el Ejecutivo, en el contexto incluso que tenemos, muestran una voluntad débil. Más aún con algunas imputaciones o sospechas respecto a su rol en la Interoceánica. Claro. Hay unos riesgos que tienen que dilucidarse lo más rápido posible, sinceramente. Allí no hay que tranzar.