Luis Pásara acaba de publicar su libro ¿Qué país es este? Contrapuntos en torno al Perú y los peruanos (PUCP, 2016). En él reflexiona sobre diversos temas a partir de conversaciones con 25 personajes. “Es un ejercicio de aprendizaje”, señala. En la siguiente entrevista, responde cuáles han sido las más importantes enseñanzas que ha recogido de esta experiencia.,En su libro usted conversa con 25 personas, de diferentes profesiones. ¿Este ejercicio de diálogo le ha servido para entender mejor al Perú? Entender al Perú es difícil. Diría que el libro me ha permitido entender mejor algunas cosas, confirmar impresiones. ¿Ha cambiado la imagen que tenía del país, entonces? Sí, ha cambiado. Yo partí de ideas sobre el país acumuladas en esos 40 años que viví allí y en los 30 años que viví fuera manteniendo una distancia relativa. Quiero decir, no estaba en blanco pero, al mismo tiempo, me acerqué a los interlocutores con la mente abierta. Y así descubrí cosas. ¿Para bien? No es un asunto de pesimismo ni optimismo: es de realismo. Digamos que he actualizado la visión que tenía –un poco antigua– sobre los problemas de fondo del país, porque estos problemas permanecen y se renuevan. Se actualizan. Exacto, y se redefinen. Por ejemplo, descubrí que lo que significó el gobierno de Velasco es un pendiente. Para muchos es irritante, es culpable de todo lo que vino después. Para otros es la gran oportunidad que se desperdició. Yo tengo mi propia opinión y conclusión, pero eso no interesa. Y el otro gran tema pendiente es el de Sendero Luminoso. Mucha gente no quiere enfrentarlo. ¿Cuáles son las cosas irresueltas con Sendero? Primero, no hay una explicación común. La Comisión de la Verdad y Reconciliación fracasó en su propósito de alcanzar una versión más o menos aceptada por la sociedad sobre lo ocurrido. Creo que eso no se ha logrado. Hay versiones muy enfrentadas. Incluso, como me decía uno de mis interlocutores, ni siquiera tenemos una palabra común para referirnos a esa época. Eso es cierto. Hay diferentes términos en disputa. Guerra, terrorismo, conflicto armado interno. Otra cosa que ha salido en las conversaciones es la dificultad para hablar del tema. Eso es sumamente grave porque, finalmente, no hay reconciliación en el país. Hay vencedores y vencidos, pero no existe un ánimo de reconciliación. El Perú no estaba dispuesto a escuchar a la CVR. Me dijo que uno de los temas que salió también es el de la universidad peruana. Así es. Es una buena noticia que un tema como este sea motivo de un debate a nivel nacional. Le doy la razón. Creo que la historia es más o menos clara. Cuando Fujimori aprueba la ley por la cual las universidades pueden tener propósito de lucro y se flexibiliza su sistema de creación, se produce un descontrol y, por eso, tenemos universidades de pésima calidad. El asunto es que los efectos ya se están empezando a sentir. Empresarios con los que he conversado para el libro me dicen que han recibido a gente joven, supuestamente recién formada, pero que no sabe nada. Me han contado anécdotas de abogados que les han prestado servicios y son manifiestamente incompetentes. La mala educación perjudica al alumno y al que lo contrata cuando egresa. Hay una masa de profesionales que se supone tienen capacidad aunque, en la realidad, carecen de ella. Y esas universidades cada vez reciben a más gente y expiden títulos. Y bueno, ahora tienen un lobby lo suficientemente fuerte en el Congreso como para emprender la contrarreforma. Esto me sugiere un sistema político de representación sesgado, aunque eso es lo mínimo que se puede decir. Quizás hay que buscar una palabra más dura: hay un problema de representación parlamentaria contaminada. Usted es especialista en temas de justicia. ¿Qué reflexiones ha recibido de sus entrevistados sobre ese campo? Varios de los interlocutores dicen que el sistema está pervertido por la corrupción o la mala calidad de sus actores principales. Sin embargo, otros reivindican la existencia de fiscales y jueces que se exigen a sí mismos y arriesgan cuando investigan a mafias, que hacen su trabajo a pesar de las instituciones. Esto demuestra que no todo está perdido, que hay gente dispuesta a hacer cosas por el país, lo cual es alentador. Ya se sabe que el escenario en general va mal y conocer a personas que tratan de rebelarse contra eso es reconfortante. Como me ha dicho, su distancia del país es relativa. La actualidad la sigue. Por eso le pregunto, ¿qué piensa de lo que va de este nuevo gobierno? No hay un buen manejo político. Da la impresión de que no se tiene criterio o un mínimo de organización para evaluar los antecedentes de quienes son propuestos para ocupar cargos públicos. Y luego están esas descoordinaciones, cuando alguien dice algo y luego otro lo enmienda, lo que no sugiere a un Ejecutivo eficiente. Posiblemente la falta de partido político... Sea una respuesta. Una de las respuestas. (PPK) Es una tienda armada de manera improvisada. Llama a preocupación. Tengo los años suficientes como para hacer este tipo de comparaciones, pero veo un panorama parecido al de Fernando Belaunde en su primer gobierno, con un Congreso controlado por el aprismo y el odriísmo. Belaunde no supo manejar las cosas y el régimen acabó empantanado. Ojalá no ocurra. Debe ser complicado gobernar con un Congreso mayoritariamente en contra. Por ejemplo, la censura a Saavedra es casi un hecho. Claro, pero si encima usted ofrece flancos débiles, todo se complica el doble. Y lo que no tendría que hacer el gobierno de Kuczynski es ofrecer tantos puntos débiles.