Sobre gente que se escuda para discriminar a la gente.,Recurrir a la ‘tolerancia’ para esconder una discriminación impide la construcción de una sociedad que sea inclusiva en vez de excluyente. El sábado, el fujimorista Juan Carlos Gonzales, flamante presidente de la comisión de ética, tuiteó en el día de la marcha LGTBI, mostrando la bandera gay, que “esta es la razón por la que vino el diluvio (…) y se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío”. Ese comentario fue respondido, entre muchos con legítima indignación, por el periodista de El Comercio Fernando Vivas: “Miren cómo se descalifica el presidente de la Comisión de Ética. Orgulloso de su homofobia”. Yo me sumé: “Es increíble que un energúmeno así presida comisión de ética del congreso”. (DRAE: Energúmeno significa “persona furiosa, alborotada”). Al día siguiente, vi un contrapunteo en la red entre Vivas y una señora María Isabel León, donde el periodista le decía que “si valida la posición del pastor Gonzales, no quedaría duda de su homofobia”, y ella respondía “soy educadora y me preocupa la intolerancia de un lado y otro en la sociedad; las creencias no se combaten con más odio, necesitamos calma y paz”, a lo cual Vivas señaló que “si es educadora debiera distinguir entre una creencia y un peligroso llamado a la discriminación. Eso no se debe pasar por alto”. Cuando indagué quién es León, me sorprendió que haya presidido el CADE Educación 2015, lo cual me llevó a comentar, por el respeto que le tengo a IPAE –entidad de la que he sido director–, que es una vergüenza que alguien que defiende la tolerancia con la homofobia haya desempeñado esa posición y que alguien así no puede contribuir positivamente a una mejor educación en el Perú. Yo de educación sé poco pero me interesa, y por eso leo, entre otros, a expertos como Ricardo Cuenca, León Trahtemberg o Hugo Díaz Díaz, quienes refuerzan el valor de una educación que no discrimine ni excluya. La verdad, a la señora León no la conocía, aunque su nombre me sonaba un poco, y entonces la recordé como una de esas tuiteras fanáticas contra la ‘ideología de género’ que, de vez en cuando, agrede, con tuits y retuits, como parte del ejército fujitroll, que es lo que ha hecho contra mí, con frenesí, desde el sábado. Más allá de la anécdota, la tolerancia es buena pero tiene un límite: no se puede atropellar los derechos de los ciudadanos ni tolerar lacras como el racismo o la discriminación por razones sexuales. Ante eso se debe ser absolutamente intolerante. Los derechos humanos no se negocian.