Faltando un mes para un año del gobierno de PPK, ya se puede hacer un balance provisorio: 1. El gobierno tiene un bajo nivel de desempeño (en unos ministerios más bajo que en otros) que obedece no solo a un difícil contexto internacional y nacional, sino también a los errores y a la debilidad del gobierno, a su incapacidad para limitar la voracidad política y la arbitrariedad del fujimorismo en el Congreso, a los problemas que plantea un gobierno dividido en un presidencialismo parlamentarizado y a la debilidad del Estado. 2. El agotamiento del boom exportador produjo una drástica disminución de la inversión privada (nacional y extranjera) y una errática inversión pública. El diagnóstico equivocado del gobierno (y de las derechas) sostenía que la disminución de la inversión privada se debía a las trabas burocráticas y sociales y apostó a acabar con ellas. El gobierno ha fracasado en esta tarea, porque las trabas son más políticas que burocráticas y sociales, pero mostró rapidez y eficacia en el manejo de El Niño costero. 3. El gobierno ha mostrado una debilidad extrema en el ejercicio del poder, porque es un actor político muy débil. No tiene partido que lo sostenga, su bancada parlamentaria es minoritaria y poco articulada, su gabinete está integrado principalmente por tecnócratas (algunos de ellos excelentes) y empresarios, con muy poca participación de buenos políticos cuando más los necesita. Las políticas públicas pueden tener éxito si hay un gran respaldo político que las haga viables: correlaciones de fuerza, coaliciones, capacidad de administrar al adversario, voluntad firme, virtud política. 4. PPK ha sido incapaz de poner límites a la arbitrariedad y a la voracidad política de la mayoría fujimorista en el Congreso. Tenía y tiene dos formas de hacerlo. La primera es la concertación en ciertos temas centrales (inversión, crecimiento económico y empleo, seguridad ciudadana, educación, salud y reconstrucción con cambios) en la que ambos ganen. La segunda es trazar la cancha para frenar el obstruccionismo del fujimorismo (y de sus apéndices en que se han convertido los otros grupos de oposición, incluido el FA), a través del recurso constitucional del voto de confianza. La indefinición ha producido un gobierno inestable y a la deriva. 5. Un gobierno dividido (en el cual el Ejecutivo está en manos de un partido y el Congreso es controlado por otro) en un presidencialismo parlamentarizado (en el que el Ejecutivo está sometido a excesivos controles del Congreso) genera una aguda polarización política, afecta el buen desempeño del gobierno, anula la división de poderes y produce inestabilidad en el régimen democrático. El problema no es el gobierno dividido, sino el presidencialismo parlamentarizado. El presidencialismo puro de EEUU ha tenido cincuenta años de exitosos gobiernos divididos. 6. La debilidad del Estado (debido a sus pocas capacidades coercitivas, legales, burocráticas, impositivas, de provisión de bienes públicos en todo el territorio, etc.) incide en el bajo desempeño del gobierno. PPK era consciente de este déficit, pero nada ha hecho hasta ahora para superarlo.