Llama la atención la grita de algunos congresistas de pequeñas bancadas en lo de interpelar o censurar. Superan de largo a los de la enorme bancada de Fuerza Popular, que es la que al final decide las cosas. ¿Cómo explicarnos esta abundancia de ratones que rugen? ¿Es solo porque los medios y las redes los conocen y los prefieren para animar sus productos? ¿O es que FP los utiliza como recurso para no aparecer como una mera aplanadora de ministros? ¿O desde su veteranía están dando lecciones a los congresistas más bisoños en el puesto? Por ejemplo enseñándoles que quien no chilla no sale en la foto. No se sabe. Pero en cualquier caso la intransigente indignación por momentos parece sincera. Quizás es solo una manera que tienen los pequeños de imponerse al real peligro de ser aplastados por los grandes números. La bancada de FP es enorme, pero la cantidad de integrantes con voz pública es bastante reducida, y entre estos últimos también hay silenciosa competencia. Podría decirse que unos congresistas le dan a sus electores más servicio por sus votos que otros. Muchos se sorprendieron cuando en el Congreso pasado el Apra con cuatro congresistas hábiles montó una suerte de fuerza de intervención rápida que por largos momentos pesó más que todos sus socios fujimoristas juntos. Pero es que en el Hemiciclo y ante los micros la experiencia cuenta y puede vencerlo todo, menos a la paranoica insolencia de la ignorancia. Da la impresión de que los activistas de mini-bancada hoy están tratando de recuperar esa relación David-Goliat del pasado Congreso, ya no solo desde el Apra. También desde AP y otros grupos. Hubo un momento en que parecía que la mototaxi ya había arruinado el negocio de los pequeños. Pero cuando las cosas se complican aparece un evidente llamado al orden naranja que la asordina. Un factor a tomar en cuenta es que el gran público no distingue mucho entre el peso político de los congresistas, y más bien se dedica a medir los decibeles y a calibrar la capacidad de bulear. Por esa vía los chicos bien entrenados le roban el queso a los más grandes simplemente reclutados en la hora electoral, y calladitos para siempre. ¿Cómo explicarnos esta abundancia de ratones que rugen? ¿Es solo porque los medios y las redes los conocen y los prefieren para animar sus productos?