Estos días son definitivos para el gobierno. De las decisiones que tome el ejecutivo de Pedro Pablo Kuczynski dependerá que sobreviva o que acelere su debilitamiento, rumbo al peor de los desenlaces, la vacancia presidencial y la convocatoria a nuevas elecciones. Para llegar a este punto, al fujimorismo no le ha hecho falta una estrategia muy cuidada. Desde el principio sus propuestas fueron solo dos: la venganza por las elecciones perdidas y al asalto del poder. Hacia allí apuntó sus baterías, sin importarle socavar la democracia, frenar el progreso del país y abundar en el conservadurismo más escatológico. Solo bastaba quererlo ver. Para que este plan echara raíces, la mayoría parlamentaria ha contado con la inestimable ayuda de un gobierno vacilante y sin norte, cuya única respuesta ha sido una permanentemente abdicación. Llegados a este punto, ¿ha entendido de una vez por todas que la oposición juega con reglas distintas (o sin ellas)? Todavía queda la duda. En lugar de apaciguarlo, su permanentes concesiones han logrado envalentonar al fujimorismo, confirmándole que iba en el camino correcto. Visto desde el día de hoy, ¿de qué sirvió entregar en bandeja la cabeza de Jaime Saavedra, vapuleado sin piedad, con los argumentos más ridículos, hasta el extremo de ser censurado, sin una verdadera voz que lo defendiera? ¿Cree el gobierno que está negociando? ¿Qué ha obtenido con este estado de perpetua genuflexión? Solo empoderar a la oposición, permitiéndole que imponga la agenda y que viva al ataque. Pasado el paréntesis que fueron las inundaciones de comienzos de año, la demolición se ha redoblado. A Kuczynski lo ayudó un buen trabajo al enfrentar la emergencia, que le permitió remontar la tendencia a la baja en las encuestas. Pero ahora el fujimorismo actúa con tanta agresividad que no va por los ministros de uno en uno (como con Saavedra y Vizcarra), sino de dos en dos (Thorne y Basombrío). Lamentablemente, como si no hubiera aprendido o no quisiera entender, el Presidente ha reaccionado aplicando el único libreto que conoce. ¿Cómo puede explicarse que en este momento de profunda crisis declare que ya cuenta con el reemplazo del ministro de Economía, Alfredo Thorne, en caso que «ocurra lo peor»? ¿En qué está pensando PPK? Ahora mismo hay rumores de toda clase, y lo que hace falta es un verdadero liderazgo, con decisiones concretas y declaraciones serias y meditadas, algo que se ha reclamado pero no aparece. ¿Cuántas concesiones más está dispuesto a hacer el gobierno, antes de entender que lo único que ha conseguido es tensar la soga alrededor de su cuello? ¿Qué hará cuando sus ofrendas ya no satisfagan los apetitos del fujimorismo? Si sigue por este camino, tiene fecha de caducidad. Nadie podrá decir que no se le advirtió, y más de una vez. ¿Cuántas concesiones más está dispuesto a hacer el gobierno, antes de entender que lo único que ha conseguido es tensar la soga alrededor de su cuello?