El machismo no es una característica de un grupo de varones, ni una cualidad exclusiva del hombre. El machismo no es genético. No viene ni con la testosterona ni con los genitales masculinos. El machismo es un sistema de pensamiento y acción que justifica la violencia en diversos sentidos con el objetivo de fortalecer la virilidad. Por supuesto, se trata de un fenómeno muy complejo, histórico, que cambia con el tiempo, pero que lamentablemente permanece en nuestro sentido común desde la época de la Conquista. Las mujeres pueden y son machistas, muchas veces son las que transmiten el machismo a sus hijos varones, justificando acciones exclusivas para el rol de “ser un hombre macho”. Octavio Paz lo describió de forma brillante en El laberinto de la soledad: “el atributo esencial del macho, la fuerza, se manifiesta casi siempre como capacidad de herir, rajar, aniquilar, humillar. Nada más natural, por tanto, que su indiferencia frente a la prole que engendra. No es el patriarca que ejerce la patria potestad… es el poder aislado en su propia potencia […] de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo […] las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse. El macho hace ‘chingaderas’, es decir, actos imprevistos y que producen la confusión, el horror, la destrucción. Abre el mundo y al abrirlo lo desgarra. El desgarramiento provoca una gran risa siniestra”.Los espacios vinculados con el ámbito militar son aquellos donde “ser macho” cobra una importancia especial. Mario Vargas Llosa lo ha expresado de manera literaria en La ciudad y los perros; Los cachorros; Pantaleón y las visitadoras; La fiesta del Chivo, en un “in crescendo” de búsqueda de poder, hasta llegar al macho por antonomasia, el dictador dominicano, violador de niñas y asesino de enemigos políticos. Al “macho se le respeta” no por admiración sino por miedo, por temor ante su arbitrariedad y lubricidad.El joven debe pasar por un aprendizaje de ser hombre, pero el modelo hegemónico de masculinidad, lamentablemente, sigue siendo el del macho y se enseña en los institutos armados, colegios militares, cuarteles, escuelas de oficiales. No digo que todos pretendan ser machos. No, lo que sostengo, es que hay un modelo de hombre viril, valiente, que debe demostrar su hombría, permanentemente, a través de actos temerarios, arbitrarios o violentos. Ese fue el motivo por el cual los cuatro jóvenes soldados Bryan Chávez, Percy Gálvez, Miguel Ángel León y Edison Huangal murieron el viernes en Marbella; envalentonados por sus instructores, aquellos muchachos que no sabían nadar fueron tragados en pocos minutos por la resaca en una playa de piedras. “Una serie de decisiones erradas” sostiene el comunicado oficial. Por supuesto, la responsabilidad es de los instructores. Pero si seguimos pensando que solo los machos pueden ser soldados la responsabilidad es del Estado, de las fuerzas armadas y de nosotros todos que, como sociedad, no logramos cuestionar ese paradigma y reconstruir el de un hombre. El machismo mata y lo seguirá haciendo: por eso, como política pública, debemos erradicarlo para siempre.