La pretensión de Sendero y de MRTA de formalizarse.,Un tema políticamente sensible es qué hacer con lo que queda de los grupos que promovieron y realizaron actos terroristas en las dos décadas trágicas del país. Antes, algunos conceptos que no por evidentes deben ser obviados. Primero, todo foco subversivo residual del terrorismo debe ser erradicado con la combinación de inteligencia con acción militar. Es el caso de los remanentes que operan en el VRAEM como guachimanes de narcos o con emprendimientos propios. Segundo, todo condenado por terrorismo debe cumplir su sentencia sin ningún beneficio. Ya hay gente que salió de la cárcel tras 25 años. Tercero, el Estado tiene el derecho y la obligación de hacer un seguimiento, en el marco de la ley, de las personas liberadas tras cumplir sentencia por terrorismo. La inteligencia debe adelantarse a hechos potencialmente peligrosos para el país. Este seguimiento también debe incluir a las organizaciones vinculadas de algún modo a organizaciones terroristas como, sin duda, lo es el Movadef respecto de Sendero. Dicho y estando claro todo lo anterior, se regresa a la pregunta de qué respuesta darles a pedidos de organismos como el Movadef que buscan una inscripción para participar en la vida política formal del país. O al planteamiento realizado por personas vinculadas al MRTA –algunos en prisión como Víctor Polay o Miguel Rincón–, quienes la semana pasada efectuaron una declaración pública para recordar la desaparición de esta agrupación en el rescate de la embajada de Japón, así como “nuestra firme vocación democrática”. La inscripción como partido político nunca puede suceder si, como ocurre con el Movadef, no se asegura un cabal compromiso de respeto al orden democrático ni se deslinda con un asesino como Abimael Guzmán, algo que no ha sucedido, por lo que el JNE ya se lo ha negado antes. Pero más allá de eso, con una perspectiva de futuro, sería conveniente evaluar la posibilidad de que, si cumplieran con los requisitos democráticos, este tipo de agrupaciones pudiera insertarse en la política a partir de la idea de que es mejor tener a todos dentro que fuera del sistema, lo cual sería, además, la expresión más grande de su derrota al pasar a ser parte del sistema político que quisieron y casi logran destruir. Y, junto con eso, antes de pensar en cambiar las leyes contra la apología del terrorismo, no se debería olvidar el papel de la política democrática de combatir y derrotar a estas agrupaciones en el plano de las ideas. Es lo más seguro en el mediano plazo.