Se habla de una estrategia de ultra derecha para apearse de la candidatura de Keiko Fujimori al 2021. Hay una cierta decepción frente a Fuerza Popular, pero se trataría más bien de un deseo de mejorar la presencia de la ideología reaccionaria pura y dura en el escenario político. Si bien hay extrema derecha en FP, parece que no la suficiente. Si bien nunca es temprano para decepcionarse, sí parece un poco adelantado pensar en las elecciones del bicentenario. Lo cual lleva a pensar que por el momento la extrema derecha está buscando una figura y un activismo capaces de cortar a través del pragmatismo de Keiko Fujimori, y empujarla más a la derecha. Un contrapeso a las presiones liberales en FP. No se trataría, entonces, de reemplazar cabalmente al fujimorismo, sino de construir y ponerle al lado un ala derecha política y mediática, capaz de llevar a FP a territorios que nunca ha recorrido. Aunque los quintacolumnistas de esa extrema derecha en FP están entre los más visibles, han demostrado no tener peso suficiente para inclinar la balanza. Así, los movimientos empresariales detectados en torno del periodista Phillip Butters quizás no son la búsqueda de un candidato, sino un vocero de los temas religiosos y de género (para ellos en el fondo lo mismo) que hoy definen a la extrema derecha en la plaza peruana. Convertir presencia periodística en real peso político es casi imposible en el Perú. De otra parte, un púlpito caliente y un paquete de medios difícilmente pueden reemplazar a una organización política. Los medios de los que se habla en estos días tienen todos las cuentas en rojo, con el perdón de la palabra. De modo que la extrema derecha todavía tiene un largo trecho que recorrer como compañera de ruta del fujimorismo. El aliciente para hacer política de ultra derecha por cuenta propia viene sobre todo de fuera. Es el ejemplo de los éxitos y avances en varios países de candidatos que se mueven al filo del fascismo, y están logrando socavar las bases del resto de la derecha, y de paso arrinconar a las izquierdas. El fujimorismo parecía eso mismo, pero parece que ya no.