El contrato de exportación de gas a México va a estar en la primera línea de la agenda del gobierno y del país. El contrato se firmó en el 2007 entre Repsol y la Comisión Federal de Electricidad de México (CFE). Repsol se comprometió a vender 4.2 billones de pies cúbicos (TCF, en inglés) en 18 años, al 91% del precio Henry Hub (HH), que es el marcador de EEUU y de México. Por esos años los precios de los marcadores regionales (asiáticos, europeos y el de EEUU) estaban todos en US$ 7 a 8 por millón de BTU. Pero desde el 2008-2009 la situación cambia porque EEUU comienza a producir gas esquisto (shale gas) en grandes cantidades, lo que hace que el precio HH se desplome. Así, los precios asiáticos y europeos hasta quintuplican al Henry Hub. Las pérdidas aún no han sido calculadas. Del 2010 al 2015, según Perupetro, se pagaron US$ 1,041 millones de regalías por las exportaciones de gas. Cálculos realizados por Gustavo Ávila (Propuesta Ciudadana) y el autor de esta nota nos llevan a estimar que si el gas se hubiera exportado a un precio promedio de los marcadores asiáticos y europeos, se hubieran obtenido US$ 1,500 a 2,000 millones adicionales. Casi 1% del PBI. Pero, nos dirán, ese ha sido un problema de mercado. ¿Qué podemos hacer frente a una caída de los precios? Estuvimos piñas, pues. Algo así dijo PPK durante la campaña electoral. La cuestión es que el contrato no tomó en cuenta las prácticas contractuales más elementales. Los expertos franceses Jacques Percebois y Jean Pierre Hansen dicen (1) que en los contratos de largo plazo debe haber cláusulas de indexación: “Como no es posible fijar un precio para los próximos 20 o 25 años, es necesario prever una indexación del precio del gas natural sobre el de los principales substitutos. Argelia considera, por ejemplo, que la indexación debe hacerse con el precio del petróleo”. Agrega que en los contratos “netback”, la OCDE estableció una regla según la cual el valor del gas entregado al usuario final debe ser similar al precio del petróleo. Dice la AIE que de esa manera, de un lado, el exportador rechazará vender su gas a pérdida y, de otro, el precio del petróleo (equivalente) será el precio máximo que aceptará pagar el importador de gas al país vendedor. Si una cláusula de ese tipo (común en los contratos entre Argelia y España) se hubiera negociado en el 2007, se hubiera podido suspender la venta al precio HH que, hasta el 2015, no guardó relación alguna con el petróleo. Esta “desconexión” entre los precios del petróleo (altos) y del gas Henry Hub (bajísimos) se produjo por la enorme producción de gas esquisto en EEUU. Justamente por esa “desconexión” es que Repsol buscó vender el gas en Europa y Asia. Y lo hizo con la práctica de la “re-exportación”, sin comunicarlo al Perú. Pero fueron descubiertos por Perupetro y un laudo del CIADI determinó que pagaran US$ 63 millones de regalías. Algo parecido hizo Shell (le compró el negocio a Repsol en el 2014), al vender siete cargamentos a Trafigura, empresa que los vendió en México, pero no al precio HH sino al precio del mercado asiático. Tampoco Shell le dijo nada al Perú (2). Por tanto, el contrato “privado” entre Shell y la CFE fue mal negociado y es lesivo a los intereses del país por las cuantiosas pérdidas en regalías. El Estado no puede estar ausente ya que debe cautelar el aprovechamiento adecuado de sus recursos naturales. Conclusión: Shell no debe renegociar ese contrato sino el Estado. Con la legitimidad de este nuevo gobierno y el apoyo de todas las fuerzas políticas, PPK debería establecer el acercamiento diplomático más adecuado con el presidente de México para resolver este problema. La conclusión general es que con este modelo económico, las empresas del sector energía han implementado una política de negocios, pero no una política energética coherente a nivel nacional, en tanto cada una toma sus decisiones en base a su propia estrategia empresarial. Para que eso cambie, los contratos de gas natural deben renegociarse bajo la modalidad de contratos de servicios: el Estado decide sobre el destino de la molécula. Se debe elaborar un Plan Energético de Largo Plazo para “rayar la cancha” a todos los actores, sobre la base de los compromisos adoptados por el Perú en la COP 21 de París. Los planes privados de negocios tienen el límite que señale dicho Plan que debe ser elaborado con la participación de todos los actores (públicos, privados y de la sociedad civil) y que, por tanto, se comprometen a cumplirlo. La exportación de gas, por tanto, deberá adecuarse a esa matriz energética. Necesitamos terminar con la predominancia absoluta de las “políticas de negocios” en el sector energético. (1) Energía – Economía y Políticas, de Jean Pierre Hansen y Jacques Percebois, Asociación Latinoamericana de Economía de la Energía, Buenos Aires, 2014. (2) Gas exportado: dos precios, un solo mercado, www.cristaldemira.com, 08/08/2016.