Las confusiones de los periodistas Mariella Patriau y Armando Canchaya en torno de la sonda Juno son comprensibles. Probablemente provienen en parte de 2001: odisea espacial, de Stanley Kubrick, estrenada en 1968 y considerada una de las películas más influentes de todos los tiempos. El lapsus sería una demostración de que muchas de sus escenas son, digamos, imborrables. Además las imágenes de archivo que acompañan los canales, desde el hombre en la luna hasta astronautas flotando por el cosmos, pasando por imágenes de ciencia ficción, no ayudan mucho a concentrarse en el tema ante cámaras. La falta de los periodistas es realmente venial, y algo aporta a la imaginación. 2001 narra en efecto una expedición con astronautas a bordo, camino de Júpiter. Aunque solo uno de ellos trata de llegar al planeta propiamente dicho, y fracasa en el intento. De modo que astronautas sí hay a bordo en el larguísimo viaje, si bien ninguno que haya puesto los pies en Júpiter, conocido como el planeta gaseoso, y cuyo satélite Europa comprobadamente aloja un océano, promesa de vida. Además de la obvia importancia científica, llegar a Júpiter tiene un evidente peso simbólico. Es el primero de los llamados planetas exteriores, y en esa medida sugiere los confines del sistema solar. Además es el más grande de todos, y lleva el nombre del supremo dios romano. Juno, la sonda que ahora lo orbita, lleva el nombre de la reina de las diosas romanas. Portentoso encuentro celestial. Kubrick y el novelista Arthur C. Clarke, coautores de la historia, terminaron coincidiendo en Júpiter como destino de la nave Discovery One como símbolo de lo que entonces podía ser el siguiente paso en la exploración espacial iniciada once años antes con el Sputnik soviético. Erraron la fecha de primera aproximación en 15 años, pero su visión sobre la viabilidad del viaje fue certera. Juno es la cuarta sonda que llega a Júpiter. 2010: odisea espacial, una secuela de 1984, también sobre un texto de Clarke, equivoca el pronóstico geopolítico y fleta una expedición conjunta soviético-estadounidense, que encuentra inesperada competencia en una nave china que también ronda Júpiter. Sin embargo en esta segunda oportunidad los astronautas sí logran desembarcar en Júpiter, e incluso salir ilesos de su odisea.