El último fin de semana fue el cincuenta aniversario de la inauguración de la Residencial San Felipe, el proyecto urbano insignia del presidente Fernando Belaunde, FBT. En ese entonces, Lima estaba creciendo aceleradamente y sus contemporáneos tenían la impresión de vivir una gran explosión, aunque solo albergaba dos millones de habitantes, una quinta parte de lo actual. El problema urbano principal era la violenta expansión de las barriadas, generadas por las migraciones internas que se sumaban al crecimiento vegetativo para provocar una severa crisis de la vivienda. La mayoría de migrantes eran campesinos pobres y su instalación en medio urbano atravesó grandes privaciones. Por su lado, FBT pensaba que el problema barrial tenía tal magnitud que no podía ser resuelto por el Estado y modificó el eje de la atención pública al tema de la vivienda. Para FBT, el Estado debía apoyar los proyectos urbanos modernos de clase media, que por su impacto fueran modelo para la inversión privada que se encargaría de transformar y modernizar los barrios populares. En ese momento se había trasladado el hipódromo a su actual emplazamiento en Monterrico, dejando un enorme terreno libre donde FBT planificó construir un conjunto residencial que fuera un ícono de la modernidad. El arquitecto responsable fue Enrique Ciriani, quien diseñó las cuatro grandes torres y los dúplex y viviendas unifamiliares que las rodean. Al frente, un gran terreno fue entregado a las FFAA, donde la aviación ha construido chalets y el ejército edificios de departamentos, pero la marina ha vendido su parte para edificar el mall de Salaverry, que representa bien nuestro tiempo como la Residencial simboliza los años sesenta. Dentro de San Felipe se entregó una hectárea a la colonia japonesa, que ha levantado un centro cultural, teatro y un hospital. Esta cesión fue una compensación por el despojo que la sociedad y el Estado peruano les infligieron a los peruano-japoneses durante la II Guerra mundial. El libro más completo sobre los complejos habitacionales en el país ha sido escrito últimamente por Sharif Kahatt, sosteniendo que San Felipe es una prolongación a otra escala del modelo de las unidades vecinales. Los automóviles se detienen al borde y luego toda la circulación es a pie. El peatón encuentra parques, alamedas, patios y plazoletas, incluyendo una amplia zona de servicios, que reúne bancos, restaurantes y lavanderías. Una ciudad para el peatón y todo lo necesario para la vida moderna al alcance de la mano. La conservación de San Felipe estimula la vida en comunidad, que constituye el fin último del proyecto. Ese modelo venía desde los años cuarenta, cuando el entonces diputado FBT sacó adelante la Corporación Nacional de la Vivienda que precisamente construyó las unidades vecinales. Ellas estuvieron destinadas a sectores populares y fueron bien pensadas, pero no absorbieron la entonces enorme presión por la vivienda y se produjo más bien un desborde de barriadas. Pocas familias populares lograban una vivienda en unidades vecinales de primera, mientras que la inmensa mayoría empezaba con una choza de esteras en alguna barriada. Durante años, FBT conservó en mente la idea de la unidad vecinal y cuando ganó la presidencia la plasmó a otra escala, en el centro de la Lima moderna y destinada a la clase media. Su ubicación también es clave, porque se halla camino al aeropuerto, que es otra obra fundamental de FBT, y conecta con la avenida Javier Prado, que constituye el eje este-oeste de la Lima actual. Para FBT, San Felipe fue su proyecto emblemático del Estado moderno y racionalista conduciendo a una sociedad ideal integrada por clases medias. Dado ello, aunque el resultado es estupendo, solo es un botón de muestra.