Al ritmo que va la cosa, el secreto del nuevo gabinete no va a llegar hasta el 10 de julio. No todos los nombres que circulan son los firmes, pero sí hay confirmaciones, afirmaciones de voceros, indicios fuertes y datos de corral suficientes para hacerse una idea sobre cómo enfrenta Pedro Pablo Kuczynski el tema de los nombramientos. Detrás de la corriente de rumores es posible advertir un proceso de presiones internas y esquemas estratégicos recalculados, a los que PPK les ha enfrentado dudas, marchas y contramarchas. En unas carteras este tira y afloja está más avanzado que en otras. Así, hay ministerios ya decididos y otros que ni siquiera son mencionados. Todo esto está facilitando los pronósticos, pues la posibilidad de equivocarse está disminuida por la presencia de los fijos, mientras que las equivocaciones serán atribuidas a cambios ocurridos por el camino. Además, en este caso dar en el blanco realmente no tiene premio, salvo ser sospechoso de buenos contactos oficialistas (este columnista ya ha escuchado cinco nombres de Cancilleres fijos). En el fondo la dificultad para guardar el secreto no está afectando en nada la imagen del nuevo gobierno, pues la cosa es la expectativa, y esta igual puede darse con sorpresas como con confirmaciones. La atmósfera del dato, una versión seria del chisme, va a durar hasta el momento del destape final. Las categorías dentro de las que se mueve el cubileteo van más o menos en este orden: figuras que PPK conoce y con las que ha trabajado, tecnócratas de prestigio, gente con alguna forma de representación o simbolismo políticos útiles para concertar en alguna dirección, amigos de personas del entorno más cercano. Es una alquimia difícil, pues un énfasis de más lo puede volver un gabinete de la crónica social, un gabinete de la primera vuelta, o un gabinete de antaño, y se pierde el efecto de tener un genuino gabinete PPK. A juzgar por la evolución de los rumores, los criterios para administrar toda esta variedad parecen haber cambiado, por lo menos una vez. No descartemos que el gabinete se haya ido autotransformando con el ingreso de algunos pesos pesados claves. Pesos pesados que se fueron decidiendo por el camino, y que impusieron algunas condiciones.