El debate actual en la izquierda es si KF y PPK son lo mismo o son políticamente diferentes. Los dirigentes del FA tienen una posición ambigua porque afirman que los dos son lo mismo, que luchan contra el retorno del fujimorismo al poder porque eso sería lo peor que le puede pasar al Perú, que no tienen ningún compromiso con PPK y que, gane quien gane, el FA será una oposición firme del gobierno elegido. Esta táctica es ambigua porque induce al voto blanco y viciado o al voto pro-PPK y estos dos tipos de votos son contradictorios. El voto viciado y blanco es pro-KF. Basta mirar las encuestas para darse cuenta de que si los votos blancos y viciados suben, gana KF y si bajan, puede ganar PPK. Además, no es lo mismo ser oposición de un gobierno neoliberal más o menos democrático que de un gobierno neoliberal autoritario, a no ser que se busque “agudizar las contradicciones”. Pero esa no es la propuesta de una izquierda democrática. Mientras los dirigentes del FA discuten y dudan, sus votantes de la primera vuelta ya decidieron. Según la última encuesta de IPSOS (El Comercio, 26/04/16), la mayoría de los votantes de izquierda (el 54% que votó por VM y el 39% que votó por Goyo) votarían por PPK en la segunda vuelta. En cambio, el 26% de los que votaron por VM y el 30% de los que votaron por Goyo votarían blanco y viciado. Este parece un voto radical, pero en realidad es un voto pro-KF. ¿Por qué algunos dirigentes de izquierda son ambiguos? Hay varias razones, pero la principal parece ser la siguiente: los dirigentes de izquierda no quieren “quemarse”, ensuciarse las manos, contaminarse en la difícil coyuntura actual en la que están obligados a decidir entre dos males (escogiendo al famoso mal menor de las segundas vueltas) para salir de ellos. A algunos dirigentes izquierdistas les gustaría que la lucha se librara siempre entre el bien y el mal, olvidando que muchas veces ella se da dentro del “mal”. La política no se desarrolla solo en las abstractas alturas de los principios ni en los mullidos asientos parlamentarios sino también en el fango (como esta coyuntura) en el que es necesario decidir y luchar para salir de él. Los principios y la ética sirven justamente para luchar y salir del fango y no para mantenerlos en las alturas incontaminadas de las utopías. La mayoría de los votantes de izquierda ya decidió y se ha metido al fango de esta coyuntura para salir de él del mejor modo posible, mientras sus dirigentes no quieren quemarse ni ensuciarse las manos. Los soldados han entrado a la batalla, pero los generales y coroneles observan porque quieren mantenerse puros e incontaminados. Eso es poco edificante, por decir lo menos. Nadie les pide a los dirigentes izquierdistas que hagan campaña por PPK sino que tomen una decisión clara y precisa y digan a sus militantes: En esta difícil coyuntura conservadora en la que se enfrentan dos males, vamos a votar por PPK tapándonos la nariz para impedir que vuelvan el autoritarismo, la corrupción y los crímenes del fujimorismo. Y apenas lo elijamos, seremos una exigente oposición democrática.