(@Benjaedwards) Con los dados cargados a la derecha, el debate de segunda vuelta se sustenta en una dialéctica de diferenciación contenida: “somos parecidos, pero no tanto”, “somos diferentes, pero no tanto”. En un contexto en el que Peruanos Por el Kambio parece no salir de su sorpresa de estar en esta final y donde Fuerza Popular no atina a hilar un discurso consistente a pesar del absoluto dominio del escenario, los electores centran su atención y buscan respuestas en los candidatos. Sin embargo, algo extraño sucede, ninguno de los dos entusiasma. ¿Será que ellos en sí no significan mucho? ¿Será que Keiko y PPK son artefactos que transmiten los mensajes de los colectivos que solo buscan ejercer poder? La sospecha debería instalarse en la gente. En un sistema donde el voto directo define al presidente, la figura del candidato es esencial; el carisma, las pullas, la emoción y la discusión venal son partes intrínsecas del proceso, sin importar si se dan en un canal de televisión, una plaza, la radio o en las redes sociales. Será por esto que en Latinoamérica, en los últimos treinta años, han sido elegido presidentes candidatos que representaban la figura del “patrón de fundo” (o su versión alternativa de “gerente”) o el de “mamá”. Más allá de colores y sabores Uribe, Macri, Correa, Piñera, Humala, García, Chávez y Morales, encarnaron este primer tipo. Dilma, Bachelet y Kirchner, el segundo. Los electores los prefieren Patrones con don de mando o Mamás que ofrecen protección y cuidado. Que cumplan, es otra historia. Quien encarne o si quiera se acerque a uno de ellos, tendrá más chance de ganarse el corazón de los muchos que aun dudan. Pero la tarea parece complicada: PPK más parece un abuelito sabio que el patriarca que nos quieren hacer creer que es. Por otro lado, es sorprendente cómo Fujimori se resiste o, simplemente, se niega mostrar su lado femenino-maternal. ¿Quién ganará en segunda vuelta, la Mamá que se rehusa serlo o el Patrón que más parece que presidirá el directorio del país?