La primera encuesta Ipsos de segunda vuelta marca un vuelco en la percepción de la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, y disipa algunos preconceptos. A pesar de que ya antes PPK había aparecido cuatro puntos por delante de Keiko Fujimori, el efecto residual de la primera vuelta por una semana lo hizo aparecer como un perdedor, casi condenado a mantenerse en su 21% de abril. Pero todavía faltan casi 50 días de campaña, en los que mucho puede cambiar. La ventaja inicial de PPK no es una garantía de victoria, aunque sí es un importante activo a tomar en cuenta. Por lo pronto ha desactivado la versión según la cual un gran número de personas se iba a alejar de PPK en dirección del voto blanco o viciado. La rapidez y facilidad con que una mayoría de los encuestados se ha acercado a PPK probablemente es un signo de lo que se viene. Fujimori ha respondido a la nueva situación proponiendo alianzas y ofreciendo cumplir partes de los programas de algunos otros candidatos. Pero su problema no es programático, sino histórico, pareciera. Además ese 44% de PPK le ha abierto las puertas a una imagen de ganador. Aunque una elección de segunda vuelta puede volverse una montaña rusa, y por momentos colocar al candidato en la otra posición. Cuidar un primer puesto puede resultar más difícil que tratar de llegar a él. Los problemas de PPK en este terreno recién comienzan. El 40% de Fujimori se ve algo deslucido en estas circunstancias, pero se ve más contundente que el 44% de PPK. La impresión es que sus votos son puro núcleo duro, es decir más difíciles de perder. Al mismo tiempo esta cifra, básicamente la misma que tuvo en primera vuelta, hace pensar en una barrera. Como que nadie se ha pasado a su candidatura en esta primera semana de campaña. Mientras tanto el antivoto de ambos candidatos va bajando, señal de una suerte de aproximación/resignación frente a cada uno de ellos. Es a estos dos grupos de electores que cada uno debe convencer y atraer hacia su candidatura. Un trabajo de oferta administrativa, mejoramiento de imagen personal y convencimiento político.