Andrés Sepúlveda es un hacker colombiano que afirma haber manipulado campañas electorales en varios países de Latinoamérica durante los últimos ocho años. La onda expansiva del bombazo soltado por la revista Bloomberg ha sido devastadora. , Si lo que dice es cierto, este hombre es el primer eslabón de una cadena de manipulación electoral en toda la región. Andrés Sepúlveda es colombiano, lleva la cabeza rapada y es hacker de oficio. Y aunque desde mayo del 2014 se encuentra preso en su país -por ser hallado responsable de interceptaciones ilegales a personas vinculadas al proceso de paz con las FARC- las declaraciones que dio esta semana a la revista Bloomberg Businessweek han sacudido a los gobiernos de Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Colombia, México, Costa Rica, Guatemala y Venezuela. Sepúlveda afirma haber viajado durante ocho años, a través del continente, a la cabeza de un equipo de hackers, manipulando las principales campañas políticas. Todo ello, mientras se encontraba trabajando para el estratega político venezolano Juan José Rendón (más conocido como JJ Rendón), aunque agrega que es posible que muchos de los candidatos que ayudó no estuvieran al tanto de sus labores ya que "sólo conoció a unos pocos". De acuerdo a la entrevista que concedió a la revista norteamericana, la carrera del hacker colombiano comenzó el 2005 y sus primeros trabajos consistían, principalmente, en modificar sitios web de campañas y violar bases de datos de opositores con información sobre sus donantes. Con el paso del tiempo, Sepúlveda armó un equipo que, por 12 mil dólares al mes, espiaba, robaba y difamaba en representación de campañas presidenciales dentro de Latinomérica. Por ocho mil dólares más, es decir por 20 mil, los "clientes" podían también elegir un "paquete premium" que incluía interceptación digital, ataque, decodificación y defensa. Con un presupuesto de 600 mil dólares, el trabajo que dice haber realizado para la campaña del presidente Enrique Peña Nieto en las elecciones mexicanas del 2012, habría sido el más complejo: asegura haber encabezado un equipo de seis hackers que robaron estrategias de campaña, manipularon redes sociales para crear falsos sentimientos de entusiasmo y rechazo, e instalado spyware en sedes de campaña de la oposición, todo con el fin de ayudar a Peña Nieto a obtener la victoria. El trabajo de Sepúlveda a favor de la campaña de Peña Nieto habría consistido en la interceptación de las computadoras del PRD y el PAN, incluidas las de sus respectivos candidatos presidenciales: Andrés López Obrador y Josefina Vázquez Mota. Luego del correspondiente desmentido del gobierno de Peña Nieto, Sepúlveda ratificó -a través de su abogado: Jhon Castelblanco- que hizo labores de espionaje informático en la campaña electoral mexicana y que las pruebas que confirman su versión fueron entregadas a Bloomberg. Según Castelblanco, algunas de esas pruebas -como copias de correos electrónicos y otras evidencias- fueron entregadas por Sepúlveda a la revista norteamericana. La conversación entre su representado y Bloomberg, dijo el abogado, se realizó el año pasado, pero todo fue corroborado por la revista antes de ser publicado. Vida de hacker Diferentes medios colombianos han querido dar luces sobre Andrés Sepúlveda, quien era un personaje anónimo hasta el día previo a su captura. Se sabe que trabajó en la campaña política de Óscar Zuluaga, ex candidato presidencial del Centro Democrático de su país y que era muy activo en la red social Twitter, donde aún se le pueden leer comentarios como "matar es un arte que no admite sutilezas", "sólo guiño mi ojo izquierdo para apuntar mejor", "me gusta el olor a muerte", o "Nelson Mandela, un peligroso comunista menos". El hombre de 33 años se describe a sí mismo como un hacker "ético", aliado del ciberterrorismo y la ciberguerra, y aunque no lo señalaba directamente, se sabe que es un radical de derecha y seguidor del expresidente Álvaro Uribe. Las razones por las que Sepúlveda ha soltado tremenda bomba aún son desconocidas. El real alcance de la onda expansiva se desconoce. Él dice que simplemente lo hizo "para tener la conciencia tranquila". (A.N.)