El Perú tiene, en promedio, menos de diez guardaparques por área natural protegida. Según Sernanp, la principal razón es su escaso presupuesto. Hace una semana, cuatro turistas atentaron contra la Reserva de Paracas. Nadie está tras las rejas por dañar el patrimonio.,Desde hace 16 años, Georgy León Blas vigila un lugar que se tragaba a las vacas. En invierno, los pobladores de la sierra de Lima, incluidos los abuelos de Georgy, llegaban hasta esa zona dentro de Los Pantanos de Villa para pastear su ganado. Los animales caminaban, comían y retornaban a la sierra junto a sus dueños. Aquella era la rutina habitual hasta que algo comenzó a salir mal: los ganaderos dejaban a sus vacas pero ya no las encontraban. La razón era sencilla. Los animales se hundían en los enormes agujeros de fango. "¡En el tragadero de Los Pantanos!", asegura Georgy. Algunos propietarios, con algo más de suerte, aparecían cuando sus reses aún luchaban con el lodo; entonces, cogían sogas, palos e intentaban salvarlas. La mayoría; sin embargo, retornaba a su casa sin compañía. En esa época, el hombre tenía diez años. Ahora va por los 46. Cuando era niño, Georgy colaboró con el rescate de varias vacas, incluidas las de sus abuelos. Ahora, controla y vigila no solo el tragadero, sino las 267 hectáreas del refugio de vida silvestre Los Pantanos de Villa, en Chorrillos. Georgy León es el guardaparques más antiguo de esta área protegida natural. Tiene 16 años en el puesto y desde que comenzó a ejercerlo no volvió a ver una vaca hundiéndose en el fango. La historia del tragadero solo es un recuerdo de la infancia. Las más de 260 hectáreas de Los Pantanos son vigiladas por cuatro guardaparques. En promedio, cada uno tendría a su cargo 650 mil metros cuadrados de biodiversidad. Ellos hacen patrullaje, recojen residuos sólidos, limpian canales y lagunas, monitorean el nivel de agua. Si hay un amago de incendio, acuden con su "matafuego" para intentar controlarlo. Si los vecinos arrojan desmonte, suben a sus bicicletas y llegan a la zona afectada para limpiarla. Tres veces al mes hacen patrullaje especial: desde las diez de la noche recorren -en camioneta y bote- toda el área, acompañados de personal de Prohvilla y de la Policía Ecológica. El objetivo siempre será evitar el daño en la reserva como contaminación, invasiones e incendios . Estos guardaparques recogen 300 kilos de basura diarios, aprenden los nombres de 207 especies de aves y ganan entre 1.300 y 2.200 soles (según su capacitación). Usan títeres cuando se presentan en los colegios a fin de promover el cuidado del ambiente. Utilizan binoculares, botas y gorros aunque no haya rastros de sol. Durante su patrullaje llevan radio y una cámara fotográfica. Deben enfrentarse sin armas, pero con capacitación, a pescadores y mineros ilegales. Hace diez años, dos fueron asesinados en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Loreto. Atentado en Paracas El sábado pasado, a las 5:30 p.m., Georgy aún vigilaba Los Pantanos. A esa misma hora, en Ica, dos camionetas, una cuatrimoto y un auto se desplazaban sobre una zona silvestre cercana a El Candelabro, el geoglifo de la Reserva Nacional de Paracas que cuenta con 2.500 años de antiguedad. Cuatro turistas transitaban por el área ubicada a 500 metros del inmenso dibujo. Ese irregular recorrido no lo detectó un guardaparque, sino un operador turístico que se dirigía a las Islas Ballestas. La Reserva Nacional de Paracas tiene 335 mil hectáreas y solo 15 guardaparques. "Entre personal guardaparque, jefes, especialistas y administrativos hay 21 personas. Si se hace un cálculo, cada uno debería cuidar 15 mil hectáreas. Eso no es posible. Entonces se aplican medidas -como alianzas y convenios- que involucran a los beneficiados en este sector: operadores turísticos, guías, taxistas, pescadores. Ellos ayudan a conservar", explica Pedro Gamboa, jefe del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), que tiene a su cargo los 77 espacios que conservan la mayor y mejor biodiversidad del Perú, entre áreas silvestres, sitios históricos y culturales. Hasta la fecha, en todo el país, existen 639 guardaparques; es decir, un promedio de ocho por cada área natural protegida. Ellos reciben el apoyo de personal voluntario que el año pasado llegó a ser de 1.400. A estos últimos, Sernanp les brinda alojamiento, comida y seguro, pero no trabajan a tiempo completo y permanecen por pequeñas temporadas. Mayor presupuesto En el Perú hay un déficit de estos guardianes. Lo mismo ocurre en países de la región como Paraguay y Venezuela. Aquí, la situación obedece al presupuesto destinado a Sernanp. Pedro Gamboa explica que de los 81 millones de soles que recibieron este año, más de la mitad se destina al personal (guardaparques, especialistas, administrativos y jefes de las áreas naturales). "Las áreas protegidas no son un gasto, sino una inversión. La gente va porque hay un ecosistema bien conservado, eso genera flujo turístico. En Paracas, casi el 90% de la población trabaja en eso", dice. Lo cierto es que la brecha de presupuesto es grande: 14 millones de dólares anuales. "Sernanp debería tener casi el doble de presupuesto de lo que se tiene ahora", agrega. Según Sernanp, el 94.75% de áreas protegidas está en buen estado de conservación. Pero también se reportan afectaciones. En la Reserva Nacional de Tambopata, en Madre deDios, hay severos daños producto de la minería ilegal. En la Reserva Nacional de Lachay, de Lima, se registran afectaciones por la basura, sobre todo, en épocas festivas. En el Parque Nacional Sierra El Divisor, en Loreto y Ucayali, la tala ilegal ataca las zonas de amortiguamiento. Cada espacio tiene 38, 5 y 15 guardaparques, respectivamente. En el Santuario Histórico de Machu Picchu, hay 41 guardianes y en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, de Loreto, 59. (Ver infografía). Muchos viven en el área bajo un régimen de 22 días de trabajo por 8 de descanso. Sanciones pendientes Las huella dejadas por las llantas de las cuatrimotos en Paracas opacan las del famoso geoglifo. La afectación en el paisaje mide 100 metros de alto y 500 de ancho. La recuperación debe ser inmediata. Los responsables podrían recibir una multa de hasta 395 mil soles, según sus antecedentes. Por lo pronto, han manifestado su voluntad de remediar el daño. La Procuraduría del Ministerio del Ambiente podría denunciarlos por el delito de alteración de zona intangible y recibir hasta cuatro años de cárcel. El Ministerio de Cultura, por su parte, concluyó que no es su competencia. Sin embargo, brindará la asesoría técnica para restaurar la zona. En lo que va del año, este ataque es el primero que reporta Sernanp donde se ha abierto un proceso sancionador. Nadie en la cárcel Pero no es el primer atentado que registra el Ministerio de Cultura. Solo en el 2016, la Procuraduría de este despacho interpuso más de 200 denuncias por afectación a zonas históricas o arqueológicas. El jefe de esta área, Javier Paredes, detalla que entre las principales infracciones están las invasiones, extracciones de cerámicos o destrucciones como la de la pirámide de El Paraíso en junio del 2013. Las denuncias de este año siguen su lento proceso en el Poder Judicial. Los casos de El Paraíso y Greenpeace (en el 2014 dañaron las líneas de Nazca) aún no concluyen. Pese a que en el papel las sanciones por afectar el patrimonio pueden alcanzar los seis años de cárcel, a la fecha nadie está tras las rejas por ese delito. El director de Ciencias de WWF, José Luis Mena, aclara que el objetivo no solo es cuidar las área protegida, sino sus zonas de amortiguamiento. Para ello, es necesario contar con presupuesto y personal adecuado. "Lo de Paracas ocurrió en un área cercana a la ciudad y fue detectada a tiempo. Imagina qué puede pasar en áreas más grandes con escaso número de guardaparques y recursos insuficientes", dice. Un guardaparque tiene que cumplir con requisitos básicos: ser de la zona, manejar el idioma y caminar mucho. Georgy es vigilante y vecino de Los Pantanos. De niño rescataba animales y se bañaba en sus aguas. Ahora, reconoce cada ave por su sonido, sabe que desde hace 13 años un caimán gobierna algunos rincones de la reserva y conoce el misterioso lugar que intentó tragarse a las vacas de sus abuelos.La experiencia es su principal herramienta.