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Economía

Las labores del hogar son TRABAJO: los retos pendientes para implementar un Sistema Nacional de Cuidados

El pasado 5 de abril, la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso decidió archivar el proyecto de ley que buscaba el reconocimiento del derecho al cuidado y la instauración del Sistema Nacional de Cuidados. ¿Por qué es tan importante este cambio?

El Perú es un país en el que a millones de mujeres se les encarga, usualmente en su totalidad, los trabajos de cuidado en el hogar. Foto: IA
El Perú es un país en el que a millones de mujeres se les encarga, usualmente en su totalidad, los trabajos de cuidado en el hogar. Foto: IA

Históricamente, la división del trabajo, relacionado con las responsabilidades de cuidar a la familia, ha asignado predominantemente a mujeres. Debido a que el Perú es un país muy conservador, no existe un sistema de cuidados justo; algo que sí podemos ver en países más desarrollados a nivel internacional. En el caso de Latinoamérica, algunos de nuestros vecinos han estado trabajando en esta dirección durante décadas; sin embargo, en nuestra nación esto sigue siendo una tarea pendiente.

El 5 de abril, la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso archivó el proyecto de ley que proponía el reconocimiento del derecho al cuidado y la creación del Sistema Nacional de Cuidados. Entre los principales argumentos en contra de la iniciativa se encuentran los supuestos de 'desunir a las familias' y 'tercerizar el cuidado'. La República se contactó con Liz Melendez, directora ejecutiva de Flora Tristán, quien nos habló sobre lo importante que es reconocer las labores de cuidado como trabajo.

Hacia una sociedad con un Sistema Nacional de Cuidados

—¿Por qué es importante reconocer las labores de cuidado como trabajo y que este sea remunerado?

—Eso contribuye a eliminar las desigualdades. Estas labores o tareas han estado siendo minimizadas e invisibilizadas y, generalmente, se las ha encargado a las mujeres, por lo que se ha limitado su desarrollo profesional.

Hay barreras para que las mujeres salgan de la pobreza y, digamos, se ha convertido en una injusticia social completamente naturalizada. En esa medida, si se quiere una sociedad más democrática, más igualitaria, se tiene que reconocer que estas labores son fundamentales: aportan a la economía del país y no deben ser catalogados como trabajos menores o de bajo reconocimiento.

Es necesario darles el valor que se merecen y reconocerlo no solo discursivamente, también en las políticas públicas y en permitir que las personas que cuidan puedan tener un autocuidado y cuiden en condiciones adecuadas.

Además, se busca que estas no sean labores obligatorias para las mujeres, sino que sean trabajos que puedan ser repartidos entre los diferentes integrantes de un hogar.

—Hace poco se archivó el proyecto de ley que, justamente, promovía este reconocimiento.

—Lo hemos lamentado, hemos llamado la atención porque, en realidad, era el primer proyecto, eran las primeras iniciativas que existían en materia de un Sistema Nacional de Cuidados, y con esto nos referimos a los ecosistemas y a la posibilidad de que existan servicios estatales a los que la ciudadanía pueda acudir.

Casi no hay servicios accesibles para el cuidado, lo cual no solamente termina obligando, aparte de las mujeres con cierto nivel adquisitivo, a contratar cuidados en casa, sino además a muchas mujeres que trabajan, por ejemplo, en el ámbito informal y tienen que ir al centro de labores con sus hijos.

De esta manera, no solamente se limita el desarrollo de las mujeres, también se expone a estar sin un sistema adecuado de cuidados a los niños, las niñas y las personas dependientes como adultos mayores y personas con discapacidad.

Un sistema de cuidados involucra políticas públicas para la prevención y en el cambio del imaginario de que estas labores tienen que hacerse solo por las mujeres porque somos mujeres. Se debe plantear una corresponsabilidad en muchos hogares. Varios hombres se involucran también en el cuidado del trabajo doméstico no remunerado.

—Uno de los argumentos de quienes buscaban archivar este proyecto de ley era que, supuestamente, se quería tercerizar el cuidado. También mencionaron que podría desunir familias. ¿Qué opina sobre esto?

—Tenemos un contexto de retrocesos, una sociedad con un Congreso completamente conservador, con algunas excepciones. Y no solamente es conservador, es antiderechos de las mujeres y tratan de bloquear toda iniciativa que pueda acercarnos a la igualdad.

Una familia tiene que construirse con base en el respeto sobre el reconocimiento de que el otro pueda desarrollarse plenamente. Y no estamos hablando de que las personas no cuiden a sus familiares, más bien, estamos hablando de que los cuiden con condiciones adecuadas, que el cuidado no represente una carga dolorosa para una sola persona, lo que afectaría también su salud mental.

Es un absurdo pensar en la desunión. Las familias depositan, por lo general, las labores de cuidado en una sola persona, generalmente una mujer. Esto da muestra de no pensar en la vida de esta persona.

Entonces, no se pueden construir familias unidas si hay violencia, ¿no? Creo que esos son argumentos que vienen profundamente de sectores muy patriarcales y tratan de oponerse a toda lógica porque la propuesta de levantar este tema es que todas las personas en las familias estén bien, que los niños estén bien cuidados, que las niñas estén bien cuidadas, que los adultos mayores y personas con problemas de salud también.

—¿Cómo otros países manejan el sistema de cuidado?

—Las sociedades más desarrolladas del mundo tienen políticas de cuidado. En naciones como Canadá, Suiza, Estados Unidos, Bélgica y Finlandia, si una persona tiene una discapacidad, se le asigna una persona para su cuidado. También hay centros de atención adecuados.

Si miramos a estos países vamos a ver cómo hay respeto a la vida y a la dignidad. Esto significa que, cuando te conviertas en adulto mayor, no tienes que vivir una vida completamente precarizada, con cuidado precarizado, con servicios inexistentes.

En Perú, ¿cuántos ancianos vemos que están completamente abandonados? Muchas veces, lo primero que se nos ocurre es lo siguiente: “Ay, qué mal su familia”. Habría que pensar dónde está el Estado para responder al cuidado de ese ciudadano o ciudadana. ¿Qué pasa con las personas que no tienen familiares?

—¿Qué nos impide como sociedad y como país aprobar una ley como la que se propuso y se descartó?

Yo creo que lo que nos impide como país aprobar cualquier ley vinculada a temas de igualdad es un Congreso completamente obstructor de las políticas relacionadas con la igualdad de género.

Como sociedad, no hemos logrado superar las desigualdades de género. Yo no digo que en los países que mencioné se haya logrado, pero creo que hay una mayor conciencia sobre la dignidad humana. Y eso es realmente lo que tenemos que desarrollar. No será el mismo camino, el Perú tendrá que ver cuáles son sus posibilidades; sin embargo, no se pueden dar excusas como que “es muy caro” tener servicios que cuiden la vida misma.

Acá estamos poniendo la vida en el centro de la preocupación porque todos lo vamos a necesitar. Podríamos decir que, tal vez, nuestro país, a comparación de otros más desarrollados, es un país que no ha desarrollado una lógica de derechos, que no se ha permitido avanzar en una conciencia de derechos.

Mientras no se ponga a la vida en el centro, vamos a seguir excluyendo a quienes menos tienen porque, finalmente, la situación actual que tenemos tiende a la privatización, digamos también, de los cuidados. O sea, en realidad, esto se resuelve en el ámbito privado como se pueda: las personas invierten su dinero y quienes terminan siendo los más excluidos son los más pobres.

 Liz Meléndez. directora de Flora Tristán. Foto: observatorioviolencia.org

Liz Meléndez. directora de Flora Tristán. Foto: observatorioviolencia.org

Egresado de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Redactor web de la sección Gastronomía de La República. Experiencia como redactor en otros medios de comunicación. También con experiencia en monitoreo de medios impresos.