Combate a la contaminación No podemos vivir sin él. Es la estrella de la vida moderna. Sin embargo, estamos colmando el planeta de este derivado del petróleo que nunca desaparecerá. Desde diferentes frentes, la empresa privada, la universidad y una ONG, se plantean soluciones para este problema.,Nadia Balducci ha renunciado a las cañitas como quien renuncia a la comida chatarra. No las pide en los restaurantes desde hace cuatro años, tampoco lleva platos, cubiertos o vasos descartables a la playa. Se ha convertido en una "agnóstica" del plástico. Y es que cada minuto que pasa, dice la bióloga, un camión está arrojando toneladas de basura al mar, entre ellas, residuos de botellas, bolsas, envases, chapitas, cañitas. "Estamos colmando nuestro planeta de este derivado del petróleo, y el planeta no lo podrá digerir", alerta. Como un hígado enfermo que no puede digerir grasas saturadas lo arrojará fuera de su sistema. Lo vimos este fin de semana, un picadillo de residuos fue devuelto por el mar a la playa La Pampilla en Miraflores. "El plástico tarda cientos de años en degradarse”, añade Nadia. Lo cierto es que nunca desaparecerá, o no lo veremos suceder. Los envases que se usaron hace setenta años con seguridad siguen entre nosotros. Probablemente se hayan fragmentado al nivel de polvillo y ese polvillo ha llegado a los terrenos de cultivo y al mar, nuestras despensas de alimento, ¿estaremos comiendo nuestro propio plástico? "Se sabe que hay alrededor de 18 mil pedacitos de plástico por kilómetro cuadrado del planeta, y hasta en la Antártida puedes encontrar residuos", agrega Balducci. Por ello renunció a la cañita y a los envases de plástico, porque el cambio individual puede reducir la cantidad de desperdicios que tarde o temprano nos terminará aplastando. Unir los eslabones L.O.O.P, abreviatura de Life Out Of Plastic o Vida fuera del plástico, es una asociación que fundó Nadia junto a otras tres profesionales con el objetivo de promover el reciclaje. Cada verano organizan visitas multitudinarias a las playas del país para recoger desechos. En cinco años recolectaron un total de 124 toneladas, y solo el 2017 encontraron 18.007 bolsas de plástico de supermercados como Tottus, Plaza Vea, Metro, Saga Falabella y Tambo, y 17.090 botellas. En las manos de Nadia podríamos encontrar una solución a este tsunami plastificado. Muestra un bolso negro de poliéster sintético hecho con 35 botellas PET (politereftalato de etileno) recicladas. "Este bolso demuestra que es posible reintroducir las botellas usadas a una nueva cadena productiva", dice la bióloga. Es la llamada economía circular, que consiste en cerrar el ciclo del reciclaje reutilizando el desecho, generando un nuevo producto que genere ingresos y evitando así la contaminación del medio ambiente. En este ciclo, el ciudadano y las municipalidades tienen un rol protagónico. ¿Cómo llegaría mi botella a convertirse en insumo para confeccionar un bolso como el de Nadia? Pues segregando la basura. En el país, 250 municipalidades han emprendido programas de segregación de desperdicios. El Ministerio de Economía las incentiva desde el 2010, premiándolas con mayor transferencia de presupuesto. En Lima Metropolitana llegan a nuestras casas bolsas de diferentes colores para segregar los desperdicios en orgánicos, de cartón y de plástico. De nosotros depende que los residuos se clasifiquen de forma correcta y el plástico sea recogido y comercializado posteriormente por los recicladores. Son ellos el nexo para que los montones de botellas de nuestro basurero no lleguen al mar y se conviertan en un nuevo producto. La ONG Ciudad Saludable los llama "emprendedores del reciclaje". Su presidenta, la ingeniera industrial Albina Ruiz, señala que 108.594 familias se dedicaban al reciclaje hasta el 2009 de manera informal en el país. Hoy gracias a la formalización de este oficio, ya son 291 las asociaciones organizadas. "Son recicladores capacitados en manejo de residuos sólidos y con las vacunas de ley como la antitetánica y la Hepatitis B", señala Ruiz. Tras clasificar, apilar y comprimir las botellas PET, los recicladores las venderán a las empresas que les darán una nueva oportunidad. En Lima, San Miguel Industrias, por ejemplo, las convertirá en nuevas botellas; Gexim, por su parte, las transformará en fibra de poliéster, el insumo del que están hechas (en un 80%) las emblemáticas frazadas Tigre. Todo se transforma En el patio trasero del local de Gexim, en Ate, se almacenan miles de botellas PET que, tarde o temprano, pasarán por un entramado de máquinas que les cambiarán la apariencia por completo. "Después de un proceso de clasificado por el color, de lavado y centrifugado, y de trituración hasta convertirlas en pedacitos parecidos a las escamas, el plástico será fundido en calderos a 270 grados centígrados", el ingeniero industrial Mauro Gelmi, heredero de la empresa que fundó su padre en 1995, hace un recuento de la ruta que siguen las botellas en la fábrica. Mientras tanto, en otro ambiente, finos hilillos se dejan caer desde unas estructuras de metal: es el plástico derretido que más adelante tomará la forma de lana recién trasquilada de oveja o, su equivalente sintético, fibra de poliéster. "Con este material se podrá confeccionar bolsos , frazadas o esponjas de las bases del colchón", añade Gelmi, "diariamente se procesan diez toneladas de botellas para producir ocho de fibra", agrega. Gexim recibe botellas PET tanto de recicladores del menudeo, a quienes les pagan 1,20 por kilogramo, como de onegés que en lugar de efectivo piden a cambio frazadas para las poblaciones vulnerables. Gemix demuestra que sí es posible cerrar el círculo del reciclaje de plástico. Lo que plantea la bióloga Nadia Balducci no es descabellado. "Si pensamos en una solución, hay que practicar las tres R, la de reducir, de reusar y de reciclar", señala. Así como las botellas, las bolsas de plástico también son un problema. En el país, aún no existe una ley que regule su uso y distribución. El congresista Guido Lombardi presentó un proyecto de ley en febrero último que propone eliminar progresivamente el uso de este contenedor. Así mismo, plantea que los supermercados reemplacen las bolsas de polietileno por otras de material biodegradable. Si miramos al mundo, hay países que han regulado su uso hace varios años. Bangladesh fue de los primeros que prohibió totalmente su comercialización, y le siguieron Sudáfrica y México; la ciudad de San Francisco solo acepta bolsas biodegradables desde 2006, y China aprobó una ley que prohíbe el reparto gratuito de bolsas en los supermercados el 2008. Esto como forma de presionar al consumidor a llevar una bolsa de lona o reusar la de plástico en la siguiente compra. Si bien no tenemos leyes, desde uno de los laboratorios de la facultad de Ingeniería Mecánica de la PUCP se plantean otras soluciones. ¿Existen bolsas que se pueden desintegrar por completo? Sí, y están hechas en base al almidón de la papa. El ingeniero mecánico Omar Troncoso coordina un grupo de investigación que estudia la posibilidad de producir plástico biodegradable hecho en base a recursos naturales como el almidón, los crustáceos o las algas marinas. "Estos insumos se degradan de forma natural. Este tipo de plástico es totalmente compostable, es decir, al ser enterrado con productos orgánicos se desintegrará hasta volverse tierra utilizable", precisa Troncoso. En otros países como Estados Unidos y Bélgica hay empresas que fabrican envolturas como estas. Es la solución para frenar la avalancha de plástico, pero aún es una industria costosa. Por lo pronto, el ingeniero pide tomar con pinzas aquellos avisos de supermercados que dicen distribuir bolsas "oxobiodegradables". Si bien se desintegran más rápido que las normales, no desaparecen pues toman la forma de partículas que es plástico al fin y al cabo. La economía circular cierra el ciclo del reciclaje, reutiliza el plástico y lo convierte en un producto con valor.Las bolsas biodegradables existen y están hechas de almidón. En la PUCP llevan años investigando el plástico compostable.