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Sociedad

Genoveva Mamani, la mujer que tiene más de 60 años haciendo panes para Chucuito

Puno. Cada fin de semana, ella y su esposo Severo Quispe hornean el pan para solventar sus gastos. Genoveva heredó esta profesión de su madre cuando era muy pequeña.

Genoveva Mamani lleva décadas dedicada a la elaboración de panes dulces. Foto: Agencia Andina
Genoveva Mamani lleva décadas dedicada a la elaboración de panes dulces. Foto: Agencia Andina

Genoveva Mamani Quispe tiene 76 años y nunca salió de Puno, pero es muy conocida en el distrito de Chucuito. Se encarga de proveer con sus panes dulces a los vecinos de la jurisdicción los fines de semana. Aunque años atrás lo hacía todos los días, el paso del tiempo no ha menguado sus ganas de elaborar y vender este producto.

Cuenta en voz alta, de dos en dos o de tres en tres, y no se equivoca. Llena con gran agilidad las bolsas que entrega a sus clientes. Sus panes son muy pedidos para los desayunos de los domingos en Chucuito, distrito situado en la provincia y región de Puno.

Ella y su esposo Severo Quispe Figueroa se alistan cada fin de semana para preparar la masa que es llevada a una bóveda de adobe que es donde funciona su horno.

Lo que Genoveva y su esposo ganan con su oficio complementa en algo lo que reciben cada dos meses. “Mi madre siempre me decía que nunca debía rendirme. Por eso sigo haciendo pan. Con Pensión 65 compramos arroz, verduras, carnecita, azúcar y zapatos. Con la venta de los panes podemos comprar siquiera un poquito más”, detalla Genoveva.

Nunca la tuvo fácil. Según cuenta Genoveva a Agencia Andina, su padre abandonó el hogar cuando ella tenía solo 12 años. Por eso, junto a sus dos hermanos, tuvo que trabajar desde temprana edad para ayudar económicamente a su madre. “De chiquilla, solita me quedaba en la chacra cuidando a una vaca e iba al lago Titicaca a sacar totorita para alimentarla”, recuerda.

Las proporciones de levadura y azúcar, el tiempo de cocción, madrugar para hornear y la técnica de amasado son conocimientos y costumbres heredados por su madre.

Lo que sé de panadería lo aprendí de mi mamá. No hay que ser inútil, me repetía. Tienes que hacer todo con fuerza, me decía”, refiere Genoveva, quien ahora solo produce panes en los fines de semana porque ya no tiene las energías de antes.

Hizo estos productos con su mamá en hornos ajenos hasta los 15 años. La temprana muerte de su madre marcó el final de su primera época de panadera. En la segunda mitad de los años 80, acompañada de su esposo Severo, volvió. Construyeron el horno que hasta ahora los acompaña y se dedicaron a la producción de pan de manera artesanal.

A Genoveva y a sus panes se les puede encontrar en las mañanas de los fines de semana cerca de la Plaza de Armas de Chucuito. “El sabor dulce de mi pan se debe a que tiene azúcar y levadura. Además, a todos les gustan mis panes porque los hago a leña, en el horno”, dice la mujer.