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¿Buscas historias de horror? Conoce cinco terroríficos personajes de la mitología andina

Te presentamos una selección de los más aterradores personajes rescatados de cuentos y relatos peruanos. Reúne a tu familia este Halloween y nárrales sobre los pishtacos, la qarqacha, la runa mula y más.

Historias sobre seres mitológicos de horror son relatadas en diversos pueblos de todo el Perú. Foto: Facebook/Tenebris
Historias sobre seres mitológicos de horror son relatadas en diversos pueblos de todo el Perú. Foto: Facebook/Tenebris

Aunque Halloween sea una fecha de origen extranjero, es una buena excusa para conocer más de la cultura peruana. Y un buen plan es contarle a tus hijos, padres o hermanos estos terroríficos relatos que nacieron en los andes. Un acervo cultural que ha sobrevivido a través de los años, gracias a hombres y mujeres que los transmitieron de generación en generación.

Los pishtacos

Según antiguos relatos populares, hace mucho tiempo, casi a los comienzos de la República, a los alrededores de los pequeños pueblos del ande eran vistos grupos de individuos, los pishtacos, que salían al campo a matar personas, sobre todo a las que eran gordas y tenían muy buena voz, porque decían que la sangre y la grasa de dichas personas servían en la fundición de las campanas; y estos creían que cuanto mejor voz tenía la persona, más potente era el sonido que salía la campana.

Los mataban en cuevas y, una vez allí, los cadáveres de sus víctimas eran degollados y colgados de los pies con enormes ganchos, para recolectar su sangre en grandes peroles.

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La jarjacha o jarjaria

Este monstruo con apariencia de una llama con dos cabezas que bota fuego por la boca tiene su origen en las personas que cometen incesto, según las narraciones del folklore peruano.

Aquellos que tienen relaciones entre hermanos, padres, hijos, etc. se convierten en esta abominación durante las noches. Su cuerpo está lleno de heridas o sarna, lo cual hace que se muerdan a sí mismas, se arranquen pedazos de carne y corran con tal desesperación que se avientan por precipicios y quebradas.

En algunas regiones dicen que no son llamas si no caballos y que gritan ferozmente “¡jar!, jar!, jar!” y que es mejor que nadie se les cruce en su camino.

Los carashatos

O condenados. Se dice que son almas que penan, por haber cometido terribles pecados, en busca de su salvación. Si encuentran a una persona en un lugar solitario, se le aparecen y buscan asustarlo para que caiga por algún barranco y muera. Después de eso, el condenado se apoderará del espíritu de su víctima. Este quedará condenado, e iniciará su propio viaje para salvarse, en un bucle infinito, según las historias.

Se dice que algunas de estas almas condenadas viven en casas abandonadas y que espantan a los dueños de estas porque haberse cometido allí algún crimen o haber dejado un enorme tesoro antes de morir.

El Aya uma

Este relato fue recogido en Cajamarca. Allí decían que el Aya uma es la cabeza de un ser humano desprendida del cuerpo. Cuando una persona se duerme con mucha sed, a la medianoche, se le desprende la cabeza y vaga por donde quiere, hasta encontrar un lugar donde saciar su sed.

La cabeza avanza dando saltos, marcando el peculiar ‘tac’ ‘pum’ ‘tac’ ‘pum’ ‘tac’ ‘pum’, ruido que dicen que hace estremecer de miedo a cualquiera. Dicen también que cuando el Aya uma no encuentra agua y ve a alguna persona en su camino, la persigue hasta darle alcance para darle un salto encima y pegársele en el cuerpo. La cabeza del Aya Uma queda como si la cabeza fuera parte del cuerpo de la persona.

La runa mula

Cuentan que cuando una mujer mantiene relaciones sexuales con un sacerdote, su espíritu sale por las noches, convertida en una mula que echa fuego por el hocico y es espoleada por un cura, quien es en realidad un demonio.

Runa mula, en quechua significa persona mula. Los relatos dicen que el dolor que le hace sentir el jinete al cabalgarla la hace correr sin control por los peñascos y precipicios y que, incluso, sus pezuñas sacan chispas por la velocidad en la que trota.

Plus: El toro encantado

Relato recogido en Huanta, Ayacucho. Rasuhuillca es una laguna situada a unos quince kilómetros de la población de Huanta. Está en medio de otras tres lagunas que la rodean, esta es la más grande, por lo tanto la principal. La laguna está en la cima de un cerro ubicado en la entrada del pueblo, y por eso se ha construido en ella una represa que suministra agua para el regadío y para el consumo del pueblo.

La tradición de Huanta dice que dentro de esta laguna se encuentra un toro negro, hermoso y corpulento, que está sujeto con una cadena de oro cuyo extremo guarda una anciana de cabellos canos. Hace muchos años, el toro logró vencer a la anciana y salió a la superficie, por ello las aguas de la laguna se embravecieron y rompieron los diques con grandes oleajes, inundaron Huanta, arrasaron toda la población produciendo grandes estragos.

La población, al darse cuenta, procedió rápidamente a echar lazo al toro y lo hundieron nuevamente. Desde aquel día la gente teme que otra vez el toro pueda escaparse y la laguna inunde a Huanta.

Estos relatos fueron elegidos del libro Mitos, leyendas y cuentos peruanos, cuya selección estuvo a cargo del taita José María Arguedas y de Francisco Izquierdo Ríos, después de que estudiantes recogieran estas narraciones en diferentes regiones del país, hace décadas. Y también del libro Seres maravillosos del Ande, del autor Óscar Colchado Lucio.

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