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Sociedad

Ni rastro de el Lazareto

El Módulo K que se construye en el hospital Goyeneche, es el pabellón que quedaba de lo que se llamó Lazareto, para enfermos infecto contagiosos, que comenzó a construirse en 1921.

Columna
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Eduardo Ugarte

Periodista

Es buena noticia que este mes contaremos con 100 camas más para atender a enfermos de la COVID-19, pues ya están terminando de adecuar la plataforma en la que se instalará –temporalmente–, la estructura que las contendrá en este momento crítico. El espacio se ha preparado en parte del estacionamiento para médicos y demoliendo el llamado Módulo K. Los médicos han protestado por su cochera, pero nadie por el módulo.

El Módulo K, es el pabellón que quedaba de lo que se llamó Lazareto, es decir, el pabellón para enfermos infecto contagiosos, que comenzó a construirse en 1921, con dinero de la familia Goyeneche y con motivo del centenario de nuestra independencia, con ingreso por el hoy llamado pasaje Santa Rosa, donde todavía está la puerta de pacientes con el correspondiente letrero y fecha.

El Ministerio de Cultura, desde Lima, autorizó la demolición porque ya el 2017, en la categorización que se hace del hospital, no se le considera patrimonio porque impedía la ampliación proyectada. Sin embargo, a pedido de la Dirección Desconcentrada de Arequipa a la empresa encargada de la obra actual, podía hacerse un rescate de las piezas y carpintería del pabellón, ya que la estructura metálica es temporal. La empresa aceptó, pero por la foto publicada el sábado en la página 20 de este diario, parece que no se ha cumplido.

Menciono esto, porque en esta época de pandemia es importante recordar el papel que cumplió el Hospital Goyeneche (inaugurado el 11 de febrero de 1912) cuando en 1918 la “Gripe española” mató en el mundo a cerca de 100 millones, y fue el lugar donde se atendieron los contagiados arequipeños, y su cuerpo médico consideró la necesidad de un pabellón especial –que fueron dos– para atender a futuros infectados.

Dos años después, en 1920, un año antes del centenario, se elaboró una nueva Constitución, en la que se reconocía el rol del estado en la asistencia pública y servicios sanitarios, lo que quedó en el papel. No así en Arequipa que continuó una política sanitaria con el Lazareto y de transformación del espacio público con parques arbolados como el Melgar (1923) y casas-jardín como las de El Vallecito, que se pueden ver, más nada ya del Lazareto.

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