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Sociedad

Violencia tras violencia

“Ya, dejemos de fijarnos siempre en las mujeres, en su barriga, en sus rollos, en su papada”.

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Hay que acorralar a la violencia. Aquí no se trata de grises ni medias tintas. ¿Estamos a favor o en contra de la violencia contra la mujer? Y es precisamente la mujer porque en este escenario es ella la máxima víctima. Nos están matando. Descuartizando. Anulando nuestro derecho a vivir libremente, a lucir como queramos, a sentir como todo el mundo, a decidir.

La violencia es atroz. Cada caso aparecido en los noticieros es más espeluznante que otro. El ensañamiento es tal que debería ser suficiente como hecho en sí, para emitir un discurso contundente de rechazo y avivar a la gente y a las autoridades a juntarnos en un solo frente, ante ese enemigo común que acecha implacable.

Pero no, siempre poniendo el cabe del machismo, hay que darle al asesinato un resquicio de posible explicación y soltar: la mujer, joven madre, salía de una fiesta. Como si eso fuese básico subrayar en un acto tan vil, tan aterrador. Como si eso pudiese “justificar” que la mataran y la arrojaran a la vía pública en una caja de cartón.

Qué nos pasa. Ya, dejemos de fijarnos siempre en las mujeres, en su barriga, en sus rollos, en su papada. En qué momento los otros decidieron que estamos obligadas a vernos de una determinada manera, siguiendo un esquema que la sociedad (qué tipo de sociedad diríamos) impone y exige. Grita y pontifica. Por qué una mujer no puede expresar su sexualidad de la misma manera que un varón, por qué él es un ganador y ella la puta.

Todas son violencias. Y lo peor, lo sabemos y no salimos del círculo vicioso.

Comunicadora Social. Creadora del programa de televisión Costumbres. Personalidad Meritoria de la Cultura desde el 2015.