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Sociedad

Quien estudia y trabaja ¿triunfa?

“Antes se decía ‘quien estudia triunfa’ ahora, acaso, podemos decir quien estudia y enseña sufre”.

Adrianzén
Adrianzén

En el 2016 la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema Universitario Español constató que el 60% de los profesores universitarios de ese país solo dictaban clases y que su capacidad de investigación era “nula o inexistente”. También que, al igual que en Perú, se vivió un crecimiento explosivo de universidades privadas.

Según la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), que viene haciendo esfuerzos importantes para formalizar esta suerte de “mercado universitario”, existen en el Perú 143 universidades y cuatro escuelas de posgrado de las cuales 145 han presentado su solicitud de licenciamiento institucional. El crecimiento universitario se inició durante el régimen fujimorista que permitió la creación de universidades privadas con fines de lucro como también gracias a algunos políticos demagogos que permitieron este crecimiento desordenado al crear más universidades públicas. El resultado, además de su número, ha sido el surgimiento de diferencias abismales, académicas y sociales, entre universidades ya sean privadas o públicas, como también un profesorado sobre explotado y un alumnado donde lo que destaca es un creciente deterioro psicológico.

Eloy Seclén en un artículo publicado por la revista Quehacer afirma que el objetivo de la reforma universitaria “era incrementar los índices de investigación científica y producción editorial de cada universidad. Sin embargo, cinco años después de su aprobación, se observa que los docentes han consagrado sus 30 horas de trabajo al dictado en aula, con la consiguiente carga laboral fuera del horario de clase que ello demanda. Esto ha terminado generando las mismas consecuencias negativas que se registraban antes del cambio de régimen” (http://revistaquehacer.pe/n3#del-agotamiento-parcial-al-agotamiento-completo).

Hoy, las y los profesores de las universidades privadas y públicas, pero sobre todo las primeras, no tienen un régimen laboral y académico homogéneo. En algunas universidades, acaso las más serias, un profesor puede dictar hasta doce horas por semana, en otras las horas pueden llegar hasta veinte e incluso hasta treinta y dos horas semanales. Nada pedagógico y que además representa una verdadera sobre explotación del docente ya que solo se les paga hora dictada. Además, no tienen derecho a vacaciones. La mayoría de profesores dictan en dos o tres universidades, lo que implica que buena parte del día están trasladándose de una universidad a otra.

Por otro lado, el mundo de las y los alumnos también es difícil. Un artículo de Ana María Guerrero también en la revista Quehacer sobre la salud mental de los estudiantes muestra que “la cantidad de estudiantes (de universidades públicas y privadas) que llegan a los servicios psicológicos oscila entre un tercio y casi la mitad de matriculados, siendo aproximadamente 30% los que reciben un diagnóstico y atención especializada. Los cuadros encontrados también son coincidentes, de tipo ansioso o depresivo, al igual que la sintomatología, que es somática, dependiente, compulsiva, toxicómana. Además, se registra que un tercio usa, por prescripción, algún tipo de psicotrópico, sin contar los consumidores de ansiolíticos o sedantes a través de la venta sin restricciones” (http://revistaquehacer.pe/n3#llorar-o-estudiar-he-ahi-un-dilema).

Antes se decía “quien estudia triunfa” ahora, acaso, podemos decir quien estudia y enseña sufre.

Alberto Adrianzén. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.