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Desde los Andes: siguiendo el Camino de Santiago

Embárcate en un viaje donde la búsqueda espiritual y la peregrinación te llevarán a descubrir lugares tanto fuera como dentro de ti mismo.

Foto: difusión
Foto: difusión

Aunque existe poca o nula conexión entre las culturas precolombinas que han dejado su huella en la tradición peruana, y la tradición cristiana que dio lugar a la peregrinación a la catedral de Santiago de Compostela desde los cuatro puntos cardinales, hay un hilo invisible que impulsa y une a quienes, todavía hoy, se dan cita en el Camino de Santiago.

Cada año, también desde Perú, cientos de personas emprenden su peregrinaje tomando vuelos Lima-Madrid, para ponerse en marcha luego por alguna de las tantas rutas Jacobeas.

Peregrinación en el Camino de Santiago

El Camino de Santiago tiene raíces profundas que se entrelazan con la religión cristiana y refleja la tradición de esta red de rutas desde todo el mundo, donde los fieles emprendían su peregrinación a la tumba del apóstol Santiago, quien fue sepultado en el año 44 d.c. en Compostela, Galicia, en el Noroeste de España.

En la edad media, el Camino de Santiago se convirtió en una de las rutas de peregrinación más importantes, cobrando auge en el siglo XII con la construcción de la Catedral de Santiago de Compostela, donde está sepultado el apóstol.

Cada año, independientemente del credo o la religión, alrededor de 300.000 personas visitan esta joya arquitectónica que es la Catedral de Santiago de Compostela, batiendo récords especialmente durante el Año Jubilar Compostelano, que ocurre cuando el 25 de julio, festividad de Santiago el Mayor, coincide con un domingo. 

Las distintas vías que conforman la red de rutas Jacobeas, solo en la Península Ibérica, cubren más de 3.500 kilómetros. Es importante destacar que existen también rutas fuera de España, conocidas como “Caminos de Santiago en el extranjero”.

La ruta más popular es el Camino Francés, que inicia al otro lado de los Pirineos, en Saint-Jean-Pied-de-Port. Sin embargo hay muchas rutas, y muchos los motivos que impulsan a los peregrinos a recorrerlas.

Tradición, huella imborrable en el “Campus Stellae”

Si hay algo caracteriza al Camino de Santiago es el profundo simbolismo que encierra el recorrido, más allá de la tradición religiosa. Para muchos peregrinos, recorrer el camino es equiparable a transitar la vida. Aunque el significado es completamente personal,  hay algunas tradiciones que son respetadas por quienes emprenden este viaje.

El emblema por excelencia del camino es una vieira, y muchos caminantes la llevan colgadas de sus mochilas o sombreros a modo de protección.

Un punto destacado en el Camino Francés es la Cruz de Ferro, ubicada en Foncebadón, en la provincia de León, aproximadamente a unos 220 kilómetros de la catedral. Lo significativo de este punto es la pila de piedras que sostienen la cruz, pila en la cual los peregrinos dejan una piedra que han llevado consigo a lo largo del camino. Este acto simboliza dejar allí una carga de sus vidas.

Otra tradición llevada a cabo en los albergues es la cena del peregrino, donde se comparte un ritual tan fundamental como es la comida, donde viajeros de todas partes del mundo se reúnen. Aunque con distintos motivos y en diferentes idiomas, todos llevan un mismo objetivo: completar la peregrinación a Santiago de Compostela.

Al finalizar el recorrido y luego de atravesar la Plaza del Obradoiro, finalmente se ingresa en la Catedral de Santiago de Compostela, donde diariamente se celebra la Misa del Peregrino en reconocimiento al esfuerzo y logro.

Lazos invisibles

Concluyendo este viaje espiritual, el “Abrazo al apóstol”, al abrazar la estatua de Santiago de Compostela en el altar mayor, simboliza una profunda gratitud por el logro de los peregrinos en la consecución de la meta.

Más allá de las ideologías y los estandartes, el Camino de Santiago es el reflejo de la permanente búsqueda espiritual inherente a la humanidad. Desde siempre, el ser humano ha recorrido distintos caminos en busca de la espiritualidad. 

Este viaje, que puede adoptar variedad de formas, ya sea como búsqueda interior, como una experiencia en la naturaleza, desafío personal o viaje cultural, tiene un lazo invisible con cualquier otra forma de exploración espiritual del ser humano.

Recorrer el Camino de Santiago es una experiencia que vale la pena ser vivida en cualquiera de los significados que cada peregrino le atribuya.

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