Una década sin Javier Diez Canseco, un político referente

A una década del deceso de Javier Diez Canseco, reconocido político de izquierda, diversas voces resaltan la necesidad de líderes de su talla en el país, sumido en una crisis de representación agravada en los últimos años.

Diez Canseco, que murió el 4 de mayo del 2013, fue congresista tres veces, senador dos y diputado en los ochenta.​ Antes integró la Asamblea Constituyente que hizo la Constitución de 1979.

Aunque venía de familia acomodada, se identificó con los problemas de los más humildes.

“Han dinamitado mi casa, han ametrallado mi auto, han intentado secuestrar a mis hijos y aquí estoy”, se le oye en un video que aún impacta. Lo dijo en el Congreso en noviembre del 2012, cuando una maniobra del humalismo y el fujimorismo lo suspendió. “Aquí no hay un pesetero, aquí hay una persona de principios”, remató entonces.

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Nacido en Lima en 1948, la polio le dejó su característica cojera. “Por eso, para mí fue doblemente difícil conseguir andar”, dijo sobre eso una vez.

En los colegios Inmaculado Corazón y Santa María Marianistas fue afín a la solidaridad cristiana. Luego, siendo estudiante de Sociología en la Universidad Católica (PUCP) y Derecho en San Marcos, tomó ideas socialistas y se fue a vivir al distrito de San Martín de Porres, “a dormir en tarimas al lado del río” con los Hermanos de Foucault, religiosos que imitan la vida de Cristo. “Fue la necesidad de hacer coherente una opción política con una opción de vida. Me llevó a cambios muy profundos”, contó en entrevista con Desco.

En el gobierno de Fernando Belaunde fue voluntario de Cooperación Popular en una comunidad de Puno. Al llegar, un humilde sepelio de un muchacho “fue un choque brutal”.

La dictadura de Francisco Morales Bermúdez lo deportó a la Argentina de Jorge Videla.

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Volvió a una carrera política que lo hizo un referente de la izquierda y un liderazgo hoy ausente. En los noventa destacó su lucha contra el fujimorato.

“Javier me remite al compromiso no solo en el Parlamento y los grandes debates, en que contribuyó, sino en la vida cotidiana. Es coherente en todos los aspectos de la vida: hace lo que dice y dice lo que piensa, alguien con transparencia, claridad muy grande y sensibilidad muy a flor de piel. No había problema cualquiera, no solo de un compañero, con el que no se sintiera identificado y atendía cualquier pedido de gente con necesidades. Era un político consecuente, lo que decía lo hacía, siempre trataba de ayudar a quien lo necesite, lo recuerdo así también en lo doméstico”, dice Liliana Panizo, su viuda.

“Fue fascinante coincidir en el movimiento estudiantil, buscando acercar al más amplio movimiento social. Él era especialmente tenaz en ese objetivo. Pese a su rostro serio, había espacio para el humor. (…)Mentira mayúscula es vincular ese movimiento sanamente radical a aventuras criminales de quienes, en proyecto totalmente diferente, escogieron el terror y contra lo cual Javier siempre estuvo”, cuenta Diego García Sayán, con quien integró la federación en la PUCP.

“Yo que he investigado a Javier y he trabajado con él, puedo confirmar que era un servidor. No tenía intereses detrás como los congresistas de ahora. Era otro nivel de política. Creo que estaría buscando la unión y colocar en discusión los problemas profundos del país”, dice Magali Zevallos, directora del documental Rojo Profundo sobre la vida de Diez Canseco.

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Reacciones

Liliana Panizo, Viuda de Javier Diez Canseco

“Fue claro en que la democracia sea el centro de la vida nacional porque faltaba mucha democracia concreta. Hoy él estaría defendiendo el Estado de derecho ante lo que padecemos”.

Diego García Sayán, Expresidente Corte IDH

“Fue fascinante coincidir con él en la dirección del movimiento estudiantil, buscando acercar al más amplio movimiento social. JDC era especialmente tenaz en ese objetivo”.