Vladimir Cerrón azota al oportunismo, por Mirko Lauer

Reconozco que llamar oportunista al rival político no es muy original. Es un tema donde pocos pueden lanzar la primera piedra. Pero hay más palabras disponibles para describir los acomodos en la política peruana, donde hay prácticas mucho peores, que merecen sus propios nombres.

Leo en X (ex Twitter) que para Vladimir Cerrón los triunfos del oportunismo son efímeros. Quizás tenga razón, y él mismo es un buen ejemplo de ello. Su alianza con la derecha en el Congreso, que al comienzo negaba, aunque ahora ya no se toma la molestia de hacerlo, pinta al político de Perú Libre de cuerpo entero.

No se sabe por qué dice Cerrón que los triunfos del oportunismo son efímeros, si su propia alianza con Fuerza Popular y APP ya ha cumplido algo más de medio año manteniéndolo fuera de la cárcel, y pontificando como si fuera una mezcla de Politzer y Radio Habana. ¿Cuán agradecida se mostrará la derecha al final de esta historia?

Quizás muy agradecida, pues también los votos de Cerrón están sirviendo para mantenerla en el poder. Lenin en 1920 dijo que “La burguesía no podría mantenerse si los oportunistas no dirigieran a los obreros”. Una familia aupada a la burguesía de Junín pretende la representación de los proletarios en la región, e incluso en el país.

Da la impresión de que para Cerrón son oportunistas quienes cambian de bancada según van soplando los vientos de la política o de la conveniencia personal. La percepción es real, pero en el caso del Congreso se queda corta. Con el pacto de Perú Libre con la derecha, este partido ha declinado de toda simpatía popular significativa.

Es Lenin también quien alguna vez opinó que el oportunismo se podía definir como el acto de anteponer los intereses inmediatos a los verdaderos intereses. ¿Qué interés más inmediato que entregar la bancada entera a cambio de un puesto en la mesa directiva para el extraño hermano Waldemar, quien saltó desde allí a un doctorado?

Reconozco que llamar oportunista al rival político no es muy original. Es un tema donde pocos pueden lanzar la primera piedra. Pero hay más palabras disponibles para describir los acomodos en la política peruana, donde hay prácticas mucho peores, que merecen sus propios nombres.

Cuando Pedro Castillo empezó a desobedecer, a Cerrón le gustó lanzarle la palabra traidor (que yo recuerde, nunca se le ocurrió menchevique o comemielda; ¿qué le diría hoy?). Allí sí hay alguien que se lanzó de pico y patas, con sombrero y todo, hacia lo inmediato, es decir, hacia lo efímero.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).