Primeros crujidos de la economía, por Mirko Lauer

Cuando la economía peruana ya parecía más o menos salvada por la campana, en un suave rebote desde el 2023, Standard & Poor ha reducido la calificación crediticia del Perú de BBB a BBB-. Este pequeño guion al final parece poca cosa, pero pesa mucho en las ligas de quienes ven su prestigio internacional empezar a entrar a un área de riesgo.

La triple B sin guion en la opinión de la influyente S&P significa “una adecuada capacidad de cumplir con los compromisos financieros, siempre y cuando no haya condiciones económicas adversas”. La triple B con guion al final es considerada el grado de inversión más bajo en el mercado. No es la catástrofe, pero sí lo que se considera low medium grade. Hay que moverse.

El motivo de la reducción que acaba de darse ya lo hemos escuchado antes, incluso en otras clasificadoras de riesgo: la política le está serruchando el piso a la economía. Se menciona la forma en que lo hacen “la muy alta fragmentación política” y la falta de partidos políticos fuertes”. También se toma en cuenta la gran impopularidad del Gobierno.

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En la medida que nadie piensa que Ejecutivo o Congreso cambien antes del 2026, debemos considerar que el curso de la economía no se revertirá antes de esa fecha. Lo cual significa retrocesos económicos y sangrías difíciles de recuperar, y la necesidad de un shock, que tampoco es una panacea en el corto plazo.

Hay algunas realidades que no figuran en el comentario de S&P, como que hay un populismo rampante por todas partes, o que el MEF empieza a estar cada vez más sometido a la mayoría del Congreso, en medidas que no llevan a buen destino. También son parte de la nociva política desenfrenada las guerras originadas en torno de la fiscalía.

¿Existe hoy una mayoría de políticos peruanos con poder suficiente y capacidad para escuchar el mensaje implícito en los comentarios de S&P y otras clasificadoras de riesgo como Moody’s o Fitch, que van por un camino similar? No es lo que se viene viendo desde hace buen tiempo. Unos por ideología, otros por ratería, son muchos los sordos deliberados.

¿Los empresarios escuchan a S&P o es al revés? Se trata más bien de un intercambio de percepciones. ¿Debemos empezar a asustarnos? Por supuesto que sí.