¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Programas políticos o “Comiendo con Cattone”, por Irma del Águila

“No es raro percibir en directorios, canales de televisión etc., un cierto aire endogámico”.

El comentario de Cecilia Valenzuela, “en las zonas rurales, en las zonas más andinas de nuestro país, la gente entiende que es correcto que si el miembro de una familia o de un grupo asciende, ayude a todo su clan”, da para reflexionar sobre concepciones que se arrastran de “lo andino”, como el origen de los males en nuestro país.

Pero, además, Valenzuela expone una confusión en el uso de conceptos etnográficos: habla del ayllu, un sistema de parentesco y reciprocidad, propio de comunidades quechuas y aimaras tradicionales cuando, en realidad, alude a otros sistemas con relaciones de reciprocidad que coexisten en el país: las de linajes, clanes, sociedades cuyo ingreso es restringido y, por lo mismo, otorgan prestigio a los que “están” (clubes, playas, colegios, escuela de la Marina, etc.).

En algunos casos, ese ingreso está normado por el mérito (ingreso a la facultad de medicina de La Cayetano). Pero en otros, y este es el punto de interés, depende de las relaciones personales. Se producen odiosas exclusiones de personas que no pueden “ingresar” en razón de su falta de contactos, apellido, fenotipo (color de piel), etc.

Un problema adicional surge cuando se traslada esa forma de relacionarnos a la esfera más pública, con el Estado o en el mundo de los negocios privados. Entonces, las relaciones personales (mi “vara”) pueden ser más decisivas que las leyes y normas. Así las cosas, no es raro en el Perú ver que “alguien” con los contactos adecuados y pocos méritos profesionales obtiene un codiciado empleo.

Un síntoma de cultura “democrática” en cualquier sociedad es el apego a las normas y el criterio de equidad. Lo opuesto, es el poder de la “persona” y sus relaciones, o sea, “a mis amigos todo, a mis enemigos, ¡la ley!”.

El sociólogo brasileño Roberto da Matta anotaba un punto adicional. Quien está ahí, gracias a sus relaciones personales sin tener las credenciales que el cargo exige (en una oficina pública, en un canal de televisión, en un directorio, etc.), está pasando un mensaje a quien quiera oírlo: él/ ella exhibe una “marca de posición” social, está en ese lugar porque… bueno, “usted me entiende”.

El mensaje “usted me entiende” es, en efecto, comprendido por todos. No es raro percibir en directorios, canales de televisión etc., un cierto aire endogámico. De ahí que, a veces, cuando se mira un programa “político” en la tv peruana se tenga la sensación de cierta “familiaridad” entre los convocados, la que se tiene entre conocidos que coinciden en un café.

Y es que cuando la distinción que debiera existir entre lo público (un programa con una audiencia nacional) y lo privado (mi círculo de amigos) se borra, el resultado es un programa que, por momentos, parece algo menos político y más amena tertulia, entre gente de un mismo “ayllu”, en sentido metafórico. Con un aire de “Comiendo con Cattone”.

P.D. Mi homenaje a Denis Sulmont, sociólogo.

La República

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