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Universidades: entre tres retornos

“Tres retornos, sin liderazgos, que al final perjudicarán al pueblo, a aquellos que no pueden pagarse educación de calidad”.

El Minedu determinó el retorno pleno a la enseñanza presencial en las universidades para el semestre 2022-2. De ocurrir a mediados de agosto, será en medio de la posible ola de infecciones por las variantes BA.4 y BA.5 del coronavirus, que estaría comenzando, y que las Fiestas Patrias agudizaría. Al mismo tiempo, el Congreso continúa con su ejercicio de restauración del antiguo régimen, destruyendo la autonomía de la Sunedu, y modificando la ley para forzar el retorno de profesores jubilados. Tres retornos, solo uno bueno.

Es insostenible continuar con la educación remota que ha predominado los últimos dos años y medio. La continuación de una stasis pandémica, de una trayectoria en automático, no puede permitirse. Eventuales buenos resultados no bastan para mantener la emergencia como normalidad, o la comodidad como justificación.

Pero la pandemia sigue, y seguirá por un tiempo. Las variantes de ómicron son altamente contagiosas, y no hay inmunidad que nos defienda significativamente. Estas variantes no parecen tener mayor riesgo de enfermedad y muerte, pero sí de constante disrupción de la vida cotidiana. En campus llenos, inevitablemente habrá contagios que afecten la marcha del semestre, que demandarán acciones concretas.

No es un escenario catastrófico, y la respuesta no es lo que ha hecho China, con sus constantes cuarentenas. Pero sí se necesita tener alternativas preparadas, desde las tecnológicas como clases en línea listas, hasta flexibilidad de calendario y, en el peor escenario, cierres temporales de los campus; nada de esto aparece en los planes del Minedu. Retornar no será fácil, pero no tiene por qué ser tan difícil.

Queda claro que para contar con estas alternativas se necesita conducción política y estabilidad institucional, las dos cosas que no tenemos. El Minedu decide sin consultar; no exige mecanismos de contención ante contagios ni provee los recursos para ello. No parece darse cuenta de que la pandemia, quizá hasta fines del 2023, seguirá como ahora: olas quizá no tan serias pero molestas, con cierto peligro. Mucho menos, el tema de utilizar lo aprendido en estos dos años para imaginar formas nuevas, realmente virtuales, de desarrollar nuestras universidades.

El Congreso, feliz, restaura el antiguo régimen y fortalece la idea de que las universidades son islas que solo tienen que pensar en ellas mismas, bajo sus propios términos. Peor aún, el retorno de los viejos profesores consagra una bandera: el status de profesor como prebenda vitalicia, que no puede evaluarse: una condena a la inmovilidad.

Tres retornos, sin liderazgos, que al final perjudicarán al pueblo, a aquellos que no pueden pagarse educación de calidad.

Eduardo Villanueva Mansilla

Profesor principal del departamento de Comunicaciones de la PUCP. Investiga sobre política y desigualdades digitales, y el contacto de estas con prácticas de la cultura digital, desde memes hasta TikTok.