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El emisario del odio

“(...) López-Aliaga, aparte de ser dueño de hoteles y trenes, es miembro activo del Opus Dei, que le han valido contratos con el Estado y la Iglesia católica. Además, gana adeptos apelando a teorías de la conspiración, desinformación y discursos de odio (...)”.

Me preguntan por qué elegimos a Pedro Castillo. No temo decirlo. Porque los conservadores y la derecha intransigente nos quisieron imponer a Keiko Fujimori. Y la mayoría de peruanos sabemos de la entraña de esa señora, heredera directa de un estilo corrupto y de una genética cleptocrática y que políticamente goza de buena salud (y el hecho de pedir que se adelanten las elecciones hablan de su proyecto pendiente) y eso no llama la atención.

Lo que causa estupor –y en el Perú eso es lo normal, Martín Adán dixit– es que candidatos conservadores como López-Aliaga y Hernando de Soto (tercero y cuartos en las elecciones del 2021) sigan solícitos y diligentes. El primero ya es candidato para la alcaldía de Lima y el segundo sigue de pirómano en este pajar electoral. Si digo que la derecha nos obligó a votar por Castillo, Castillo nos está exigiendo a elegir a López-Aliaga.

El fin de semana en un acto partidario, el candidato de Renovación Popular –nuestra derecha más densa– entre otras brillantes propuestas prometió: “Pondré macetas en todo Lima para ahuyentar a los delincuentes”. Bueno, si lo dice Keiko, acepto, ella no sabe del calor de una carpeta, pero no, lo afirma el tal “Porky” el personaje más brillante de la DBA. Entonces debe conocer de pasada el pensamiento liberal de Thomas Hobbes y de sopetón a John Locke quien afirmaba que la soberanía nacional reside en el pueblo del que emana el poder del Estado de forma libre y recíproca. Pero no, apenas sus ideas marranas le alcanzan para las macetas y para desconocer las deudas de sus empresas a la Sunat que ascienden a 34 millones de soles. En el informe de la web Ojo Público: “Conspiración, desinformación y odio: un recorrido por el discurso de Rafael López-Aliaga se analiza cómo ‘Porky’ de manera sistemática, recurre a la polarización como una fórmula electoral que intenta ocultar su médula fascista”.

No olvidemos que López-Aliaga, aparte de ser dueño de hoteles y trenes, es miembro activo del Opus Dei, que le han valido contratos con el Estado y la Iglesia católica. Además, gana adeptos apelando a teorías de la conspiración, desinformación y discursos de odio contra opositores, políticos, periodistas, activistas de derechos humanos en general y hasta al mismo Jurado Nacional de Elecciones o funcionarios claves del Estado en general.

La República

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