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Se busca “víctima perfecta”, por Lucia Solis

“La controversia Depp-Heard (…) deja representaciones e ideas muy peligrosas que pueden ser utilizadas para invisibilizar la violencia machista y amedrentar a quienes se atrevan a denunciarla en canales no oficiales”.

La disputa legal entre Johnny Depp y Amber Heard y el veredicto que se emitió de forma pública el pasado 1 de junio supone un retraso para la causa feminista; pero no por la columna de opinión que escribió la actriz en el Washington Post donde contó sobre su experiencia como sobreviviente de violencia de género, sino por lo que la periodista y editora estadounidense Mexi McNenamim, llamó ‘’el espectáculo del abuso’' que se construyó a partir del juicio.

‘’Un caso de dos millonarios (…) no retrocede ni avanza nada porque no representa la realidad de casi nadie’', dijo la guionista y activista argentina Malena Pichot en Twitter apenas se conoció el fallo. Y puede que tenga algo de razón: son muy pocos los juicios que llegarán a ser así de mediáticos. Sin embargo, la controversia Depp-Heard, su tratamiento en la prensa y la resolución deja representaciones e ideas muy peligrosas que pueden ser utilizadas para invisibilizar la violencia machista y amedrentar a quienes se atrevan a denunciarla en canales no oficiales. Finalmente, y a raíz del veredicto que se presentó como un triunfo del actor, diversos colegas -varios de ellos con similares acusaciones de acoso y abuso sexual- se han puesto de su lado y lo han promovido de pirata a héroe; algo que también se ha visto en redes sociales.

Resurgen, con más fuerza, los argumentos y acciones con las que se pretende invalidar la lucha de los feminismos contra la violencia de género: las denuncias falsas (que no superan el 1% en decenas de países), la idea de que hombres y mujeres son víctimas al mismo nivel y el uso de la técnica DARVO (por sus siglas en inglés) que consiste en: negar, atacar e intercambiar la figura de la víctima por la del agresor. Especialmente en este caso, no solo Heard pasó de nombrarse víctima a ser considerada agresora, sino que no se dejó espacio para complejizar estas figuras.

Al funcionamiento machista de las leyes le conviene que exista un arquetipo de ‘’víctima perfecta’' a la que pueden perdonarle que decida denunciar pero no que desencaje de la imagen construida y reforzada en cada oportunidad de la ‘’buena mujer’' que no miente, no se defiende, no vive abiertamente su sexualidad y que sabe agachar la cabeza si, de pronto, la opinión pública comienza a gritarle ‘’bruja’' o a amenazarla de muerte como le sucedió a Amber Heard.

Lo cierto es que la ‘’víctima perfecta’' no existe, que las mujeres pueden ser, quizás, agresoras y a la vez víctimas, que no tienen que ser ‘’buenas’' para ejercer sus derechos o para que se les reconozca como receptoras de violencia; algo que ni el jurado ciudadano a cargo del fallo ni los productores que de pronto deciden que eso de ‘’separar la obra del artista’' funciona solo hasta que la persona en cuestión es una mujer, tomaron en cuenta.

Cuando Ricardo Márquez cometió un intento de feminicidio contra la actriz y modelo peruana Angie Jibaja, la reacción en redes sociales fue escalofriante. ‘’Ella misma busca su muerte en todo lo que se mete’', ‘’No le deseo el mal a nadie pero esta ya quita aire’', son solo dos de las decenas de ataques que recibió por no calzar en el molde de ‘’víctima perfecta’'. Si esta situación hubiese sido llevada a juicio, es muy probable que la estrategia para invalidar a Jibaja tuviera entre sus argumentos su estilo de vida, su forma de vestir, hablar, las parejas que tuvo, sus adicciones, etc. Nos puede pasar a todas.

El enfoque de género cuestiona e incómoda. No afirma que todas las mujeres, solo por serlo, son buenas e inmaculadas; sino que defiende la revolucionaria idea de que son personas y, como tales, no tienen que demostrar nada para ejercer su derecho a la libertad de expresión y a vivir sin violencia. Como dijo Amber Heard en aquella columna en el Washington Post: ‘’Podemos trabajar juntos para exigir cambios en las leyes, reglas y normas sociales, y corregir los desequilibrios que han dado forma a nuestras vidas’'.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.