¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Una clase política sin clase

“Necesitamos una reforma electoral para dejar de elegir a los de siempre, a los males menores, a los bribones...”.

Probablemente, a estas alturas del partido, Pedro Castillo es ya un cadáver político y nadie le ha informado o su entorno le sigue vendiendo el alucinado cuento de que el presidente del Perú es un ser omnipotente e invencible; y que el pueblo lo quiere, lo apoya y saldrá a las calles si intentan vacarlo.

Perú Libre ganó las elecciones en una suerte de hartazgo electoral, crisis y epidemia: frente a una candidata de la derecha más desprestigiada e intransigente, sumida en denuncias por corrupción y que era financiada por los mismos grupos de poder que en plena pandemia se enriquecieron con los créditos usureros de sus bancos, con los precios especulativos de sus boticas, cobrando hasta medio millón de soles por atender en sus clínicas y con las ventas de productos alimenticios de sus fábricas y distribuidoras. Una derecha desprestigiada y mafiosa que nunca ha dudado en jugar sucio con tal de sentirse servil a la clase empresarial y grupos de poder.

Por otro lado, una izquierda progresista convenida y acomodaticia, sin capacidad de visión a largo plazo, con nulas facultades de autoanálisis y —sobre todo— una escandalosa carencia del sentido de redención y un síndrome de Estocolmo frente a liderazgos tan tóxicos, vergonzosos y cuestionados como los de Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.

Verónika Mendoza, sus adláteres en el Congreso y vocería han destruido en ocho meses el poco capital que lograron construir a punta de marchas, “zapatillas puestas” y reclamos justos del lado del pueblo, hoy son solo unos fantoches para el olvido.

Finalmente, es procazmente absurdo tener veinte candidatos presidenciales en cada elección, situaciones que terminan convirtiendo nuestra débil democracia en una mezcla aciaga de intereses subalternos y egos colosales. Necesitamos una reforma electoral para dejar de elegir a los de siempre, a los males menores, a los bribones que se victimizan como perseguidos políticos, los que se edulcoran como tiernos personajes de caricatura o —peor aún— los lastimeros que se esconden debajo de un humilde sombrero para embaucar al pueblo.

Pedro Castro Balmaceda

Piurano, Comunicador Social y Administrador. Fui periodista más de un lustro y desde hace una década trabajo en Relaciones Comunitarias, pero siento que entre ambas profesiones existe una similitud: la sensibilidad social. Me gusta leer y escribir, tengo cuentos sin publicar y una novela a mitad de camino por falta de inspiración y valentía.