Incongruencias

Extraños espectáculos. César Acuña convertido, mediante voceros contratados, en defensor de la tesis de Pedro Castillo. Zamir Villaverde convertido en denunciante de prácticas fraudulentas de Perú Libre y el JNE. No son los únicos casos de olmos intentando entregar peras a las autoridades y la opinión pública.

Acuña ha protagonizado un escándalo por acusaciones de plagio en su propia tesis. En cierto modo lo salvó la campana, cuando la Universidad Complutense cambió de opinión en el tema. Ahora los voceros del dueño de la UCV salen a garantizar tesis ajenas, en todo sentido, mediante un lenguaje abstruso, más para tapar que revelar.

Villaverde, que viene de la delincuencia y se encuentra en prisión preventiva, ha entendido que su mejor carta es volverse defensor de la moralidad electoral. Declarando tener ocho horas de videos bajo el brazo, quiere comprar su libertad, quién sabe incluso también su inocencia, al peso ante los fiscales que lo investigan.

Difícil decir que se trata de dos casos excepcionales. El plagio es pasado por agua tibia en prácticamente todos los casos detectados. Muchos no lo consideran siquiera una falta, quizás señal de que la cometerían a la primera oportunidad. Además, en presencia de actos más graves el plagio palidece, hasta volverse venial.

Los pescados en una situación legal insostenible que se arriman a la delación para salvar el pescuezo son legión en el Perú de estos años. Pero dentro de ello los que alimentan a la Fiscalía con acusaciones dudosas son un género especial. Algunos patinan en el intento, pero otros salen airosos sin haber tenido que presentar pruebas de sus dichos.

Los medios recogen todas esas fábricas de confusión y doblez, cuando no de expresa mentira, con la idea de que ya más adelante se aclarará todo. Pero esos casos se diluyen, reemplazados por otros más frescos. El hombre en problemas por su tesis doctoral luego pasó a emitir tesis como cancha: más de 80.000, y con el mismo peso del cereal tostado.

Así, Acuña pretende ser presidente de la República, y Villaverde pretende moralizar las elecciones del 2021 en beneficio propio. Ciertamente hay profundas diferencias entre los dos personajes, pero la actuación insólita en el espacio público es más o menos la misma. No son los únicos.