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Político en apuros, ¿a dónde va?

“La idea de que echar colaboradores por la borda ayuda a salvarse uno mismo está relacionada con el ingreso a una parálisis suicida cuando el político en problemas es un gobernante”.

Las reacciones de un político que acaba de comprender que está perdiendo mucho terreno, incluso más terreno del que realmente dispone.

● Si la comprensión del problema es muy limitada, la respuesta habitual es negar que algo importante esté sucediendo en la casilla de las crisis, o incluso que algo pueda llegar a suceder. Es la negación total.

● Cuando no es posible negarlo todo, entonces se puede pasar a los sacrificios humanos, desde los cambios de ministros hasta las acusaciones directas a gente recién expulsada del círculo íntimo.

● La idea de que echar colaboradores por la borda ayuda a salvarse uno mismo está relacionada con el ingreso a una parálisis suicida cuando el político en problemas es un gobernante.

Si la comprensión del problema es algo mejor, el político intentará controlar el daño que está en marcha, por lo general con medidas efectistas de corto alcance en el tiempo.

● También se suelen dar intentos de repetir actuaciones pasadas consideradas felices (entre ellas también las que causaron la pérdida de terreno) con la esperanza de esta vez obtener mejores resultados.

● El punto anterior puede incluir echarles toda culpa a “problemas de comunicación” y venir con la promesa de volverse un mejor comunicador.

● Luego está la reacción llamada “relanzamiento del gobierno”, que consiste en concentrar un manojo de promesas interesantes, sin la menor posibilidad de ser llevadas a la práctica por este político.

● Ninguna de las reacciones mostradas hasta aquí es muy sofisticada. Son impulsos básicos dictados, podría decirse, por un cóctel de miedo y adrenalina. Pero hay algunas respuestas más elaboradas para el político.

● Una reacción importante es recuperar los márgenes de acción perdidos, algo causado por cosas como las enemistades innecesarias, el chantajista de entre casa, el prurito amiguista, el daltonismo frente a la propia ignorancia.

● Con suficientes márgenes de acción, es posible pensar en alianzas y canjes para mantener el barco a flote con cierto grado de decencia. Pero esto solo pueden hacerlo los políticos capaces de mantener su palabra un tiempo.

Por último está la inmovilidad: el político no sabe qué hacer, y en tales circunstancias no hace nada. En un caso así siempre hay alguien que está gobernando en lugar del inmovilizado, e incluso al inmovilizado mismo.