¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Más de lo mismo, pero diferente

“El profesor se refugia, se esconde, en medio de esta guerra de poderes del Estado cuyos protagonistas acaban de entender que, si se va uno, también se va el otro”.

Ya lo había dicho el gran jefe Cerrón, en un tuit, cuando se iba a presentar el gabinete Bellido, el primero de los cuatro que va teniendo el Gobierno: “Será el encuentro de dos mundos”, refiriéndose a que el Poder Ejecutivo, con el triunfo de Castillo, representaba lo provinciano, lo andino, lo rural, lo postergado, frente a un Congreso que representa lo criollo, lo costeño, lo urbano, lo que posterga. Un choque de la oficialidad con las “fuerzas vivas” del país llegando a raudales desde el interior para recuperar lo que le corresponde por derecho originario, digamos.

El inesperado caudillo reivindicador, sin embargo, respaldado, en el papel, por un programa marxista leninista plagado de peligros, ha sido una estafa tanto para sus representados como para el resto del país. Castillo se ha apertrechado en el imposible de un consenso político en pro de reformas que, aunque mejorables, son, en opinión de los expertos, lo más sensato para el país.

El profesor se refugia, se esconde, en medio de esta guerra de poderes del Estado cuyos protagonistas acaban de entender que, si se va uno, también se va el otro. Se habla de una tregua que no es otra cosa que guardar, por un momento, las bombas atómicas con las que cuenta cada poder para destruir al enemigo. La vacancia, por un lado, y el cierre del Congreso, por el otro. Allí se parapeta Castillo, con un Cerrón contenido por el Congreso y con un Congreso contenido por la calle y ambos contenidos por una desaprobación sólida y pareja de la ciudadanía, pero que no se manifiesta.

Lejos de aplicar una revolución comunista (felizmente) o buscar un diálogo profundo, Perú Libre se ha dado cuenta de que la “revolución” no es otra cosa que jugar con las mismas reglas de juego que propone la extrema derecha que no quiere cambiar nada: la informalidad, el clientelaje y el desmantelamiento de la reforma universitaria, del transporte y el enfoque de género.

Perú Libre se ha dado cuenta de que manteniendo a Julio Velarde a la cabeza del BCR y a un tecnócrata responsable en el MEF tiene cientos, miles de puestos públicos a disposición de sus componendas provincianas, sus corruptelas del interior, sí, procedentes, en teoría, del Perú postergado, pero con la misma ambición cleptocrática y un desprecio por el bien común que el más ávido de los 13 de la isla del Gallo. El calco y la plantilla de las mañas de los gobiernos regionales y municipales, a nivel nacional, con un disfraz barato de reivindicación histórica. Más de lo mismo, pero diferente.

La República

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