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De Chávarry a Torres: ¿la misma vaina?

El ministro de Justicia daña mucho al presidente Castillo.

Si el presidente Pedro Castillo no repara en el daño que el ministro Aníbal Torres le produce al gobierno, el congreso podría ayudarlo con una censura para la que ya sobran los motivos.

Torres perjudica a Castillo, primero, como ministro de justicia, por una mala asesoría legal y desconocimiento de la constitución –entre otros temas como economía– que quiere camuflar con estilo lenguaraz tipo Leónidas Carbajal para atropellar a la democracia.

Si al inicio Torres era una de las pocas voces sensatas del gabinete, hoy parece un coche bomba contra la institucionalidad, y expresión frecuente y clara de la mediocridad del gobierno.

Torres también daña al presidente por volverse, en las investigaciones por corrupción, un defensor suyo que salta al ruedo como espontáneo, pues esa función coincide con lo que no debe hacer un ministro de justicia, llegando hasta a reunirse con el abogado Eduardo Pachas para coordinar estrategias.

En ese empeño, el ministro Torres llega a argumentos grotescos para justificar lo injustificable, como que Castillo no revele con quiénes se reunió en el anexo palaciego de Breña, sosteniendo la tontería de que “él no registraba si lo visitaban sus amigos y parientes, si el presidente se va a la playa, ¿tiene que cargar su libro para ver quién lo visita?

La escasa convicción de Torres por la lucha anticorrupción que refleja ese comportamiento quizá explique por qué la presidencia de Castillo tiene en este tema, como en muchos otros, nula motivación y escasez de ideas.

Pero no solo es falta de planteamientos, sino vocación por atropellar a quienes se dirigen contra sus intereses, como, sin duda, es la complicidad de Torres con el pedido de Pachas para destituir al procurador general Daniel Soria por denunciar a Castillo, cuestionando, dos años después de su designación, justo ahora, si cumple los requisitos, y obviando su silencio estridente frente a tanto impresentable y prontuariado nombrado en el gobierno actual hasta con fajín ministerial.

La destitución de Soria erosionaría la defensa de Castillo, y recordaría el intento del exfiscal de la nación Pedro Chávarry, en un año nuevo, de destituir a los fiscales anticorrupción que podían perjudicarlo. Entonces, ambos parecerían la misma vaina.

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