Kahlo rompe el mercado de arte
“Que hoy el artista más caro del continente sea una mujer dice mucho en una profesión dominada por hombres”.
Aun si no todos podemos comprar cuadros por varios millones de dólares, lo sucedido en un remate de la galería Sotheby’s de Nueva York la semana pasada es de gran importancia. El autorretrato de la pintora mexicana Frida Kahlo “Diego y yo” (1949) obtuvo casi US$ 35 millones, un precio récord para un cuadro latinoamericano.
El martillazo está lleno de símbolos. La anterior venta récord de un cuadro latinoamericano fue “Los rivales” (1931), del también mexicano Diego Rivera, esposo y en cierto modo mentor de Kahlo, por casi US$ 10 millones. En el autorretrato de Frida Kahlo aparecen los dos. Fue comprado por un conocido coleccionista argentino, para su museo particular.
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Que hoy el artista más caro del continente sea una mujer dice mucho en una profesión dominada por hombres. Además, el tema de más impacto en la obra de Kahlo es el padecimiento desde lo femenino; aunque su fama no es activista, sino artística, en toda la línea. Con el prestigio del muralismo mexicano en cierto retroceso, era cuestión de tiempo.
Sin embargo, es cierto que el influyente feminismo mexicano eligió a Kahlo como uno de sus íconos desde hace muchos años. Con una obra de gran calidad, un matrimonio atormentado con Rivera, una ideología radical, un romance con León Trotsky, y amistades en el gran mundo del arte moderno, Kahlo tenía todos los elementos de una heroína cultural.
La obra de Kahlo es sobre todo la narración cuadro por cuadro de una situación dramática en su condición de intensamente minusválida. Este contenido perturbador, y la empatía que él produce, no les impiden ser de una gran belleza. Es, digamos, el otro lado de la moneda vitalista y desembozadamente machista del muralismo mexicano.
A la vez, México es un país de pintoras extraordinarias. Junto a Kahlo destacan Remedio Varo y la anglo-mexicana Leonora Carrington. Equivalentes en calidad y celebridad a las brasileñas Tarsila do Amaral y Ligia Clark, la cubana Amelia Peláez, o la peruana Tilsa Tsuchiya. Aunque no todas rompen plaza en las subastas internacionales.
Si existiera un Premio Nobel para el arte, el triunfo de Kahlo en Sotheby’s es su equivalente cabal. Un cuadro del impresionista francés Claude Monet alcanzó la puja más alta, pero eso es historia antigua. Lo de Kahlo sin duda anuncia nuevos precios artísticos femeninos.
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