¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Teatro político

“No es el gabinete que Cerrón esperaba, o más bien no es el presidente Castillo que Cerrón quería. El jefe de PL a todas luces lo considera, como apuntó Fernando Vivas hace unos días, un menchevique, es decir factor provisional y un estorbo para el avance de un proyecto…”.

Luego de un par de meses dedicado a ser una agencia de empleos, el partido Perú Libre ha pasado a ser una central de desempleos. No le gusta la manera en que Pedro Castillo ha conformado su gabinete, y ahora lo presionan, casi a diario, para que se desprenda de aquellos ministros que no calzan con los planes de PL.

Vladimir Cerrón puso en marcha la estrategia, con su intento de descalificar a Pedro Francke, acusándolo de no ser realmente de izquierda. Guido Bellido intentó despedir a Oscar Maúrtua, pero le faltó peso, y ahora es la bancada de PL la que le reclama a Castillo retirar al canciller. Además hay una lista de potenciales despedidos en espera.

No es el gabinete que Cerrón esperaba, o más bien no es el presidente Castillo que Cerrón quería. El jefe de PL a todas luces lo considera, como apuntó Fernando Vivas hace unos días, un menchevique, es decir factor provisional y un estorbo para el avance de un proyecto marxista-leninista que ya se considera ante las puertas del poder.

Así, mientras Castillo se refiere constantemente a la importancia del pueblo, concebido como una totalidad que él preside, Cerrón hace hincapié en la importancia decisiva del partido como vanguardia de un proceso de cambios confrontacionales. El instrumento de esa confrontación con Castillo y su visión de pueblo es Bellido.

Luego de intentar abrirle un boquete al Ejecutivo, ahora Bellido acaba de poner sobre el tapete la cuestión de confianza, como antesala de una disolución del Congreso, si Iber Maraví llegara a ser censurado. Con lo cual también ha puesto sobre la mesa la cuestión de una vacancia de Castillo. Un verdadero elefante en la cristalería.

En su estilo asordinado, Castillo le viene saliendo al paso a los intentos de despresidencializarlo. A la vez no parece decidido a cortar por lo sano. Necesita los votos de PL en el Congreso, y no parece tener muchos recursos para enfrentarse en serio a lo que, mal que bien, todavía es su ala izquierda.

¿Cuánto tiempo se va a poder sostener esta pieza de teatro tragicómico? ¿Cuál va a ser su primer desenlace y en qué dirección va a producirse? ¿Está la movida decisiva realmente en manos de Castillo?

La República

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